Fabricio Mantilla: ‘Si no improviso, me muero’
Orense de nacimiento pero criado en Guayaquil 27 de sus 30 años, Fabricio Mantilla es ya una figura cultural en la Perla del Pacífico. Su rostro pertenece a las artes escénicas y más concretamente a un colectivo que al menos en este país goza de exclusividad: el de los improvisadores.
Este 2013, cumple una década dedicado a esa labor que descubrió como ‘su amor verdadero’ cuando, por pasatiempo, tomó un taller con el actor Hugo Avilés, uno de los grandes en esta especialidad. Ya había hecho teatro en el colegio, pero fue con su ahora colega con quien descubrió que era eso a lo que se quería dedicar.
Fue en el grupo de Avilés, Fantoche, donde encuentra su paraíso terrenal. Luego de ser alumno del director pasó a formar parte de su equipo y dio a conocer su trabajo en las numerosas presentaciones de esa organización cultural, a la que todavía pertenece.
Actualmente, Fabricio maneja varios proyectos personales en el mundo de la improvisación, lo que -aclara- no significa que haya dejado el grupo que lo formó. El colectivo que preside Avilés ha dedicado estos últimos meses a realizar talleres de improvisación y Fabricio no es bueno enseñando, o al menos eso cree.
A él lo que le interesa es hacer lo suyo a toda costa. Radicalmente confiesa: “Si no improviso, me muero”. Por eso ideó una puesta en escena a la que denominó ‘Impropía’, que mezcla danza, música y teatro sin guion, es decir, improvisación.
Este, su primer proyecto independiente, surge a raíz de que vio en Brasil espectáculos de improvisación de varias artes, pero por separado. Lo que propone en escena es crear una historia de la nada y mostrarla al espectador mientras una bailarina y un pianista matizan el guion que realiza en ese momento desde sus diferentes especialidades.
No es tan fácil: “Para ser actor, hay que tener un banco de información muy grande. Para ser improvisador, ese banco debe ser infinito. Tú improvisas con el público, y lo que el público te sugiere como pauta puede que no sea de tu dominio. Tienes que saber de todo”.
El nombre ‘Impropía’ lo adoptó del término ‘entropía’, definido por la RAE como la “magnitud termodinámica que mide la parte no utilizable de la energía contenida en un sistema”. En español común, y según Fabricio: “La entropía es todo el caos que confluye en un universo, que está contenida en una forma, pero que dentro tiene un sinnúmero de elementos que lo hace rico en diversidad. Es el desorden dentro del marco. Bajo esa perspectiva surge la obra. De eso y de la ‘utopía’ de creer que todo se puede improvisar…”.
La puesta en escena se estrenó en el MAAC este año, luego estuvo un periodo en la Alianza Francesa y mañana en la noche llega al Manso Hostal. En el mismo formato: danza, música y actuación. Allí se verá a Fabricio en acción, sin nada preparado además de un esquema en el que se arman tres historias con frases que el público le entrega en ese momento.
Su sueño es armar una gran puesta en escena en la que prime la improvisación. Que todas las artes se muestren en un solo escenario, que mientras él actúe y cree una historia, el resto de artistas haga lo suyo desde su talento, pero enmarcado en aquello que nacerá en ese momento, es decir, que si es un escultor el que está en escena, que la figura hable de la historia que este artista cuenta.
Sobre su vida
Antes de entrar a Fantoche, era un hombre promedio, dedicado al Diseño Gráfico, como estudiante en la noche y como trabajador en el día. Una vez que descubrió su verdadera vocación, literalmente lo abandonó todo.
Era el año 2003 cuando ya Fabricio estaba entregando el 100% de su tiempo en Fantoche. “Cuando dejé el trabajo como diseñador, supe que era la improvisación a lo que quería dedicarme el resto de mi vida”, recuerda con una amplia sonrisa dibujada en el rostro.
Su expresión solo reafirma la satisfacción de haber tenido gratificantes experiencias con sus colegas del grupo. Fabricio ha viajado a festivales de impro en Brasil, Colombia, Chile, Argentina… Y no solo a presentarse sino también a capacitarse, a conocer más sobre eso que al menos en Guayaquil, tiene como pionero a Fantoche.
Su mayor satisfacción, no obstante, está en los aplausos, en hacer dudar a su público, en sentir que en realidad sus espectadores no creen después de cada presentación que lo que llevó al tablado surgió en ese momento, sin guion previo, sin ningún ensayo…
Paradójicamente, a Fabricio el teatro como tal no es que le apasiona. Considera que aunque en este se vive cada vez que se interpreta a un personaje, hay toda una planificación detrás que evita que se pueda fallar. “Existe un concepto psicológico de la persona a interpretar, un texto previo en el que debes basarte, ensayos…, todo se vuelve monótono”, sostiene.
Lo que lo enamoró de la improvisación es precisamente lo contrario, el riesgo: “Tú puedes ser el improvisador más preparado y versado, pero te puedes caer. Puedes no enganchar al público… Es complicado, pero hermoso”.
Este improvisador no solo limita su arte a las tablas. También en la vida real necesita estar en riesgo todo el tiempo. Es descomplicado al hablar, fresco al vestir. Anda sin prisas y siempre sonríe, sobre todo cuando habla de su oficio.
Fabricio confiesa que su vida la maneja sin guion, pues cuando tiene seguridades se aburre. Odia lo predecible. “Es mejor levantarme y preguntar: ¿qué haré hoy? porque es cuando se usa la imaginación. Te levantas a crear tu plan, a inventarlo. Así te sientes vivo. No tiene un libreto para el 2014. Esquemas sí. Visualiza cursos, viajes... no sabe si cumplirá todo, pero de algo no queda duda. Seguirá improvisando para poder vivir, porque si no improvisa, se muere.
Espectáculos
Mañana, Fabricio Mantilla presentará ‘Impropía’ junto a Jennifer Cabezas y Fernando Pérez en el Manso Hostal (Malecón 1406, entre Aguirre e Illingworth), a las 20:00. El costo de la entrada es de $ 5.
El viernes 13 de diciembre, a las 19:00, en el Museo Municipal, presentará gratuitamente otro proyecto impro al que denominó ‘Funerale’, en el que reflexiona sobre la muerte.