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El metrónomo de Dios había puesto el tiempo en suspensión. En el camino, él besó la pelota: quería convertir un instante en eternidad. Al borde del círculo de cal, dio dos pasos hacia atrás y la sopló con fuerza. La tenía atravesada entre los párpados. Si pudiera, le diría a la caprichosa que entrara al arco, pero incluso la tenía atravesada en la garganta. Sabía demasiado bien que solo se vive una vez, pero se muere demasiadas. Cuando levantó la cabeza, todos supieron lo que vendría: un disparo cargado de veneno, de esos que casi siempre terminan besando la red. La pelota se curvó con un aura inexplicable, pero el destino, vestido de árbitro, la desvió, como un amor que lo fue todo en la noche y se esfumó con el día.
Los octavos de final de la Liga de Campeones han concluido. Los ocho mejores equipos europeos volverán a verse las caras en la segunda semana de abril. En Inglaterra, el Arsenal recibirá al Real Madrid; en Alemania, el Bayern Múnich enfrentará al Inter de Milán; en España, el Barcelona abrirá las puertas del Camp Nou para recibir al Borussia Dortmund; y en París, el PSG medirá fuerzas con el Aston Villa en el Parque de los Príncipes.
Así, marzo marca el inicio de la recta final de las eliminatorias rumbo al Mundial 2026. Argentina lidera con 25 puntos, seguida de Uruguay con 20. Ecuador se ubica en el tercer puesto con 19, mientras que Colombia, también con 19, ocupa la cuarta posición. Más atrás, Brasil suma 18 y Paraguay 17. En la parte baja de la tabla, Bolivia se aferra con 13, Venezuela con 12, Chile con 9 y Perú, con apenas 7 puntos.
A nivel local, Ecuador busca afianzar su buen momento bajo el liderazgo de un Beccacece que convence y deberá aprovechar el desempeño destacado de sus figuras tricolores en Europa. El viernes 21 de marzo, Ecuador recibirá a Venezuela en Quito; cuatro días después, el martes 25 de marzo, visitará a Chile en Santiago, en un duelo que podría definir su destino en la clasificación.
El fútbol eleva a sus divinidades y las expone a la venganza de los creyentes. La pelota, orgullosa y vanidosa, se hizo cómplice del viento, cambió de opinión y se desvió del arco. Cuando el árbitro sordo y ciego dio por concluida la contienda, muchas almas se estrujaron al ver que ella cayó de mala manera. El ídolo fue ídolo por un rato nada más, humana eternidad, como cosa de nada.