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El Telégrafo

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César Montaño Galarza

El poder del voto

23 de marzo de 2025

En un régimen democrático, el poder del voto radica en que es el medio de decisión para elegir al gobernante de turno, también para reelegirlo o, para elegir o apostar a otro nuevo gobernante. Santiago Muñoz Machado, director de la Real Academia Española, historiador y jurista destacado sostiene: “La gente vota a locos, vota a sabios, vota a gente muy útil y eficaz y a gente que no lo es”, “lo importante es poderlo corregir en las elecciones siguientes”; agrega: “Ha habido gobernantes que llegan al poder por vía democrática y una vez allí se las arreglan para cambiar las constituciones y hacerse perpetuamente reelegibles”. Esto suena familiar en el vecindario latinoamericano.

Votar es hacer realidad la igualdad política, cada voto tiene el mismo valor, sin que importe el emisor y sus condiciones particulares; el voto también legitima al gobierno dotándole estabilidad política; el voto hace realidad la participación de los ciudadanos en las grandes decisiones nacionales, incluso impactando en las políticas públicas que le afectan, respecto a salud, educación, seguridad, trabajo, economía, derechos; el voto es un derecho y una responsabilidad, con él se aporta para el futuro del país e influye en su dirección política y social; el voto es un mecanismo correctivo que permite a los ciudadanos cambiar pacíficamente de gobernantes, así es antídoto contra el autoritarismo, el abuso de poder y la corrupción. El voto es como la argamasa que cohesiona y sirve para construir una sociedad más participativa, justa y equitativa.

Desde Grecia en el siglo V a.C. hasta hoy, el voto popular evolucionó expandiendo su alcance; en un tiempo se autorizó votar a hombres con privilegios, luego a otros hombres y a mujeres, hasta habilitarse el sufragio universal -sin distinción por edad, nacionalidad, sexo, raza, religión o condición social-. El poder del voto solo puede concretarse con elecciones libres y democráticas, sin cancha inclinada ni manipulación de la autoridad electoral o de las normas del proceso eleccionario, y esto solo puede garantizarlo un gobierno convencido de la necesidad de respetar las reglas de juego.

Frente a las votaciones que se avecinan, los ciudadanos deben elegir con conciencia y memoria, puesto que, la realización de comicios libres, periódicos y transparentes, así como el despliegue pleno del poder del voto con todas las bondades que representa para la democracia, siempre dependerán del gobierno que esté en ejercicio.

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