Por encima de las consideraciones políticas, el relato público de esta semana, con una visita del nivel y de la trascendencia que tiene un jefe del Estado Vaticano, exige una reflexión y una evaluación importantes. Al servicio de todo el país hubo una señal nítida y permanente. No hubo cortes ni ediciones. Salvo en los lugares donde se requería privacidad del Papa, los ecuatorianos y el mundo entero vieron, por primera vez, en tiempo real, toda la visita.

Con ello no había lugar a especular ni menos a mostrar parte de lo ocurrido. No solo se trata de un desarrollo tecnológico, sino de una actitud de transparencia y de real servicio para la ciudadanía. Por lo demás, cómo abordaron los medios este acontecimiento, tratando de ‘explicar’ el pensamiento papal, ya es otra cosa y que la ciudadanía sabrá juzgar. Pero es cierto que también en determinados medios usaron la misma lógica de un partido de fútbol, un concierto o un espectáculo. Por suerte hubo una señal abierta sin locutores para entender mejor con solo ver. (O)