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El Telégrafo
Fander Falconí

¿Referéndum ilegal o centralismo intolerable?

27 de septiembre de 2017

En mis tiempos de estudiante en Barcelona, conocí de cerca la postura política de Catalunya. Sus derechos regionales no se resolvieron con la creación de las comunidades autónomas hace casi 40 años.

Este año, volvió a cuestionarse el tema. El gobierno autonómico convocó al pueblo, para el 1 de octubre, a un referéndum para decidir la independencia de Catalunya. El gobierno de Madrid lo rechazó y acaba de intervenir con fuerzas de seguridad para impedirlo, llevándose las papeletas. El desafío continúa y los independentistas ya han distribuido un millón de papeletas. La ciudadanía catalana se ha volcado a las calles.

La independencia catalana es un hecho histórico. Empezó a disputarse cuando se unificó Catalunya (como parte de Aragón) con Castilla. Esto ocurrió en 1479 con los Reyes Católicos. Poco a poco, Catalunya fue perdiendo sus derechos regionales.

En 1713, la situación se hizo intolerable, se levantó en armas la Generalitat de Catalunya y comenzó el conflicto. Esta lucha por las libertades catalanas estaba ligada a la guerra de sucesión española.

En 1714, tras la victoria de los Borbones sobre los Habsburgo, Catalunya fue ocupada y se acabó su autonomía. Con el advenimiento de la segunda república española en abril de 1931 y la caída de los Borbones, los catalanes proclamaron la primera república catalana el mismo día.

Por acuerdo mutuo, Catalunya aceptó ser parte de una federación. Siendo abanderada de los republicanos en la guerra civil, 1936-1939, al ganar los fascistas, Barcelona fue ocupada y Franco ordenó la persecución de los líderes autonomistas. Uno de ellos, el presidente de la Generalitat, Luis Companys, se refugió en Francia a inicios de 1939.

En septiembre de ese mismo año empezó la II Guerra Mundial. En junio de 1940, Francia fue ocupada por Alemania. En agosto, la Policía militar alemana detuvo a Companys y lo entregó a sus aliados franquistas. Tras ser maltratado y torturado, Franco ordenó su fusilamiento en octubre de 1940.

Desde 1940 la lengua catalana dejó de escribirse (excepto en el diminuto principado de Andorra y en Perpiñán, al sur de Francia). Durante varios años fue prohibido hablar catalán en las escuelas. Una generación creció hablando catalán en casa y castellano en la escuela, y nunca aprendió a escribir su lengua materna. Eso formó rebeldes, al estilo de Joan Manuel Serrat. Y, aunque suene trivial, dio más hinchada al gran equipo de fútbol Barcelona. El odio al fascismo no ha desaparecido, más aún si nunca fueron castigados sus crímenes.

Si uno quiere profundizar en la cuestión catalana, es recomendable leer el manifiesto (www.manifiesto1octubre.org), que no solo es firmado por los líderes involucrados, sino también por gallegos, andaluces y otros que se sienten amenazados por el Estado español. Ahí se justifica la realización del referéndum: “Las libertades se conquistan y se mantienen ejerciéndolas. El derecho de huelga se conquista haciendo huelga… Defendemos que el pueblo catalán pueda hacer efectivo su derecho a la autodeterminación”. (O)

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