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En medio de la incertidumbre política mundial, América Latina vive una etapa compleja de describir. Según el Banco Mundial el nivel de endeudamiento persiste sin notable recuperación con cifras de crecimiento económico poco alentadoras, se percibe estancamiento, niveles de pobreza por debajo del porcentaje que se registraba en el punto álgido de la pandemia, el empleo sigue degenerándose con salarios estancados. Los trabajadores con menor educación y los adultos mayores son los más rezagados, no obstante, las afectaciones recaen también en los niveles de aprendizaje de niños y jóvenes con carente pensamiento crítico respecto a los problemas del mundo.
La región transita por una crisis migratoria nunca vista hacia los Estados Unidos. El gobierno de Donald Trump se ha planteado mantener un alto nivel de ocupación y para cumplir la consigna emitió una serie de órdenes ejecutivas en materia de: inmigración, política económica, cambio climático y seguridad, lo que eclipsaría lo actuado por otros gobernantes y restaría las aspiraciones de migrantes latinos.
Los efectos alarmantes del cambio climático van generando desolación y considerables pérdidas. Las inundaciones y sequías son más frecuentes y todo hace pensar que no existe una estrategia de mitigación que nos proyecte a unos cuantos años, donde de seguro millones de personas podrían verse obligadas a abandonar sus hogares. Cada año los fenómenos naturales nos toman por sorpresa y es evidente la falta de reacciones efectivas, instrumentos e inversión. Debemos trabajar en planes de gestión para desastres y emergencias, evitar la deforestación, contribuir a que los pueblos originarios mejoren sus medios de vida al tiempo que se preserva el ecosistema. El reto social es inobjetable, lo que implica asegurar que esta transición cierre brechas y beneficie a todos. Las organizaciones internacionales deben evitar cocteles y discursos en los grandes foros e ir por acciones urgentes, los multilaterales abordar el cambio climático con un enfoque de préstamos vinculados a la protección del medio ambiente, combinar experiencias de los países, recomendar la sostenibilidad fiscal, el ahorro espontáneo y racionalizar el gasto público.
Otro paso importante será, dejar los oprobiosos comparativos con las grandes potencias y en su defecto entender la dinámica con la que operan, embarcarnos en otra lógica y no esperar a que alguien nos subsidie la vida. ¿Porque si otros toman medidas nosotros no lo hacemos? Si estados Unidos tienen un plan migratorio ¿Qué estamos esperando nosotros? Si la Unión Europea tiene una ruta de importaciones ¿Cuál es el nuestro de exportaciones? ¿Cómo aplicar la estrategia de la guerra de Sun Tzu? Preservar en lugar de destruir, entender que la periferia es un fenómeno cíclico que implica considerables mermas de ingreso y su propagación nos mantiene al margen del desarrollo.
Ahora, ¿Qué papel juega América Latina en el contexto económico mundial con un porcentaje bajo del comercio global? Los coeficientes no nos favorecen dado que debemos endeudarnos para sobrevivir y plantear políticas comerciales inclusivas. La región debe ir con impronta propia, romper el pretérito de la periferia, liderar para reducir desigualdades. Estamos en una encrucijada histórica y no podemos vivir bajo la idea del incesto comercial, llevamos la misma lengua, nos unen necesidades y problemas semejantes; si deseamos mejorar los índices frente al mercado global, nuestras economías emergentes requieren flujos de inversión estables que generen nuevas asimetrías, no actuar únicamente a expensas del comercio exterior, sino en la misma frecuencia de los propulsores del desarrollo económico.
La recuperación es compleja pero posible, partimos por no procrastinar la pobreza ni la inversión. Aspiramos ser el continente de las oportunidades, con sustentos de fortaleza y creatividad, con gente valiosa que no se detiene, que se transforma para hacer frente a las adversidades. Sin embargo, varios temas se mantienen en cuentas por pagar; podemos ser más competitivos, integrar nuestros mercados. Los cambios que se están generando en el mundo exigen repensar el desarrollo, diversificar economías y equilibrar las necesidades inmediatas, asegurando que los jóvenes tengan las habilidades necesarias para los retos del futuro. El éxito que logremos no será cuestión de suerte, será el producto del conocimiento y la oportunidad.