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Ecuador, 26 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo

A propósito del Bicentenario de Guayaquil, ¿qué bailaban los próceres en 1820?

Wilman Ordóñez, escritor, historiador y folclorista, estudioso sobre todo de la realidad montubia.
Wilman Ordóñez, escritor, historiador y folclorista, estudioso sobre todo de la realidad montubia.
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A propósito del Bicentenario de Guayaquil, ¿qué bailaban los próceres en 1820?¿Por qué los próceres solamente? ¿Por qué no los negros, zambos, mulatos,montubios, indios ladinos que también participaron en la guerra de Independencia? Porque fueron los próceres de la revolución de Guayaquil quienes trajeron a la ciudad música, ritmos y passe pie(danza de pasos cortos, afrancesada; el pasillo, por ejemplo) de corte marcial que de alguna manera se mimetizaron con otros ritmos que ya existían desde inicios de la Colonia.

Mientras los próceres bailaban minuetos, cracovianas, danzas, cuadrilla de lanceros, pavanas, chotís, gavotas, varsovianas, valses y contradanzas, un importante sector rural-campesino, cercano a Guayaquil, estaba bailando y cantando fandangos de negros y fandangos de monte que provenían desde la Colonia mezclados con los bailes de chamba, ferengo y candil criollo-montubio hibridados en una rica mixtura campesina-andaluza.

Empero, los próceres y sus consortes de damas, provenientes muchas de ellas de la altísima aristocracia colombo-venezolana granadina, fueron los ilustrados líderes quienes bailaron música para piano de cola que en el puerto también fue interpretada por las señoritas hijas de los terratenientes que habían ido a estudiar a Lima o que algún músico italiano había llegado a enseñarles en sus grandes casas asentadas a los largo de la Calle de la Orilla (hoy, Malecón Simón Bolívar).

Con los próceres también llegaron las bandas de músicos de los batallones,particularmente el batallón Numancia que trajo músicos académicos estudiados en grandes escuelas de músicas europeas. Entre estas bandas llegó una que se denominada la banda de Napuceno que interpretaba aires marciales, mazurcas, valses boston, galop, pasillos y uno que otro de aire mestizo que se bailaban con pasos de reverencias, enlaces y cortejo.

Se cuenta además que el mismo Bolívar bailaba muy bien los valses y los minuet en sus correrías por el Guayaquil colonial de la época. Que más de una damita criolla se extasiaba al ver bailar al general con las cortesanas y elegantes figuras de pasitos cortos y cruzados. Para nadie es desconocido que la misma dama Ana Garaicoa, esposa del general José de Villamil, hermana de Manuela Garaicoa (madre del prócer Abdón Calderón), y demás lideresas de la Independencia fraguaron el enorme encuentro de los próceres contra los españoles entre los entresijos del baile popular de salón “y los chismes de zaguán” de la nanas negras acompañantes de estas, organizando el famoso baile del 1 de octubre de 1820 donde los patriotas sellaron el famoso juramento de luchar hasta morir por una patria libre y emancipada de la Colonia española en tiempos cuando la antigua Provincia de Guayaquil se convierte en Provincia Libre e Independiente de Guayaquil a partir del 9 de Octubre de 1820.

En el siglo de la Independencia tres fueron los grandes reglamentarios de normas políticas y sociales que establecieron las “nuevas” costumbres de los guayaquileños: El Estado, La Iglesia y el Municipio. A través de las dictas de estos, se imponía “por educación y buena moral”las maneras en las que estos debían bailar sus danzas y contradanzas e interpretar sus instrumentos musicales sin que estos “afectasen el buen comportamiento de las damas de bien y buena costumbres”. ¿Cómo bailaría vals y minueto el general Antonio José de Sucre a su entrada victoriosa a Guayaquil?

Y el docto prócer de la Independencia de la ciudad, el libérrimo intelectual y poeta Dr. José Joaquín de Olmedo habrá bailado alguna que otra cuadrilla de lanceros? ¿Y el prócer José de Antepara habrá bailado una pavana? ¿Con quiénes bailaron los próceres la noche del 1 de octubre? Imagino todavía gritando glorias a la libertad, bailando chotis, a los libertadores Febres Cordero, Elizalde, Lavayen, Letamendi, Urdaneta, y otros románticos próceres, además, y en vísperas del Bicentenario, ¿quiénes fueron las mujeres que tocarían más de una vez las arpas cimbradoras de 46 cuerdas para los bailes de salón y bailaran junto a los próceres uno que otro vals o pasillo?

Dicho esto, ¿habrán conocido los próceres los “bailes de arroz quebrado”, zapateados, gatas rabonas, toros rabones, jotas, tonadas, golpes de tierra de negros, zambos y montubios locales? ¿Qué pasó con el fandango español y las danzas de chamba, ferengo y candil que aparecían más de una vez entre las mojigangas de diablicos y gurufaes guayaquileños cuando en las fiestas de Corpus “salían a hacer de las suyas” en las calles del Guayaquil colonial hasta 1820? ¿Habrán visto bailar los próceres los finos bailes colectivos de juegos de rueda de los hijos de los adinerados guayaquileños que sin lugar a dudas jugaron en sus grandes salas y que llegaron de España y se establecieron en el espíritu lúdico del niño y en su ritmo musical interior?

Doncella del prado: Doncella del prado
Que al campo saliste
A recoger flores
De mayo y abril.

Yo soy la niñita del Conde Laurel
Que salgo a bailar
Y no encuentro con quien.
Y siendo tan bella
¿No encuentras con quién?
Escoge a tu gusto
Que aquí hay más de cien…

Las conciencias de estos grandiosos hombres y mujeres que fraguaron la revolución de Guayaquil (mentalizada por el prócer y padre de la patria José Joaquín del Olmedo) provenían de la ilustración francesa masónica y muchas de sus músicas y danzas eran de origen francés, inglés, italiano, Austrio, alemán, etc., suficiente para entender que el vals, junto a la cracoviana y el minuet, fueron los géneros discursivos, sonoros y corpográfícos del filtreo social y político de nuestra famosa revolución de Octubre. Ana Villamil lo sabe, escuchemos su famosa marcha, el Himno a Guayaquil, compuesta en 1895 con letra del pensador de la Independencia José Joaquín de Olmedo, escrita en 1820 cuando nos declaramos Provincia Libre de Guayaquil.

Ana Villamil la compone justo cuando otro grande, el general Eloy Alfaro, ascendió al poder para terminar de germinar la Independencia del 9 de Octubre de 1820.

Coro
Saludemos gozosos
En armoniosos cánticos
Esta aurora gloriosa
Que anuncia libertad, libertad, libertad. 

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