Oswaldo Segura abandonó su casa por la actuación
A los 17 años, el histrión Oswaldo Segura pasaba más tiempo en las tablas que en el colegio, razón por la que su madre, en arrebato de mal humor, lo botó de la casa.
El conductor de Vamos Con Todo (RTS) reconoce que su progenitora tenía las mejores intenciones del mundo, no obstante, él amaba a la actuación y como lo pusieron a escoger optó por mudarse a las extintas instalaciones del Teatro el Juglar (ubicado en Boyacá 1616 y Clemente Ballén, frente al Hotel Guayaquil).
Acota que unas semanas después, sus familiares lo buscaron y luego de una conciliación regresó a su hogar pero sin comprometer su pasión.
¿Le costó abandonar su casa?
Para mí el teatro era mi casa, sé que estuvo mal irme así del hogar, pero la verdad fue el ímpetu propio de la edad.
¿Cuál era la apreciación que su madre tenía sobre la actuación?
En esa época nadie creía que se pudiera vivir de la actuación. Era la locura más grande, así que ella pensó que estaba tirando mi futuro por una borda. La verdad, es que cuando uno se mete a la actuación lo hace por vivir una pasión, no por la fama ni el dinero. Las cosas vienen por añadidura.
Si no lo apoyó su madre, ¿cómo costeaba los estudios de actuación?
Vivía en Cristóbal Colón y la 12, para irme en bus le pedía prestado a un amigo, por lo general la ida estaba resuelta el problema era regresarme porque ahí no tenía vecinos y las clases terminaban tarde. Luego comencé a ganar dinero y con eso me las arreglaba.
¿A qué edad llega el teatro a su vida?
Él no vino a mí yo lo fui a buscar. Antes de cumplir 17 años me enteré que existía el teatro y acudí a la Casa de la Cultura para formarme. Ahí, gracias a la confianza de mi primer maestro, Vicente Jaramillo, pude desarrollarme. Después recibí un seminario de la mano del argentino Ernesto Suárez y luego de eso mi vida cambió.
¿Qué tuvo de especial Suárez?
Llegó con técnicas totalmente maravillosas de improvisación. El curso duraba tres meses, pero luego mis compañeros y yo lo convencimos de que se quedara. De ahí nace un movimiento histórico en el campo actoral de Guayaquil, que fue el grupo de El Juglar, que aunque no tenía lugar, ni dinero, contaba con mucha gente talentosa.
¿Cómo financiaron el proyecto?
Con creatividad. Lanzamos un proyecto denominado “Una botella vacía para un teatro lleno”.
¿Levantaron un teatro a punta de reciclaje?
¡Así es! Uno de mis compañeros tenía una camioneta, así que íbamos con un parlante vociferando por todas las ciudadelas de Guayaquil. Algunos con zancos, otros con rostros pintados, sonriendo y recibiendo las contribuciones. Tengo que agradecer a la gente porque con eso pagamos los 2 meses de entrada y el mes de arriendo de la salita de El Juglar. De la misma forma,obtuvimos los fondos para montar el escenario, construido con nuestras propias manos.
¿La gente acudía a verlos?
No, nosotros nos parábamos en la calle de afuera y decíamos: “suba, suba, teatro gratis”. Al inicio, las personas no querían subir, pero luego de ver nuestro espectáculo no se querían ni ir. Así el público nos fue reconociendo hasta que nos popularizamos por la obra “Guayaquil Superstar”.
¿Cuál fue el plus del grupo Juglar?
Que aunque seguíamos ciertas obras tradicionales creábamos historias propias inspiradas en el costumbrismo criollo, el público se identificó y eso gustó. Realmente está confirmado por otros grandes del drama como Molière y el poeta Sófocles, que adaptarse al tiempo y al lugar es lo idóneo para crear una gran historia
¿Cuándo nace La Mueca?
Ernesto se fue y yo repito la historia. En 1983, convoco a un taller seminario gratuito y nace el grupo La Mueca y el Teatro El Ángel.
¿Se propuso hacer televisión?
Todo es consecuencia del trabajo. La televisión llegó luego de realizar un comercial para la Lotería, ahí personifiqué a un busetero que decía: “Me la gané”. Luego Tati Interllig tuvo la idea de crear una historia de este personaje y así nació “Mis adorables entenados”, como una obra teatral que contaba las vivencias de una familia disfuncional, compuesta por un hombre mujeriego -que nunca estaba presente- con 4 hijos de distintas mujeres y una esposa abnegada que lo ama pese a todo. Aclaro que la obra originalmente se denominó “¡Me la gané por Diosito Santo!”. Esto antes de ser transmitida por Ecuavisa (desde 1989 hasta 1991).
¿Qué significa para usted Felipe Vera?
El personaje que me catapultó, que gustó. Considero que como histrión puedo hacer papeles mejores que Felipe. Pero, la gente ya me estigmatizó con el personaje.
¿No teme que la gente, a pesar de los años, lo siga llamando así...?
Para nada, al contrario, todavía me da de comer Felipe.
Aunque muchos lo recuerdan como actor, la nueva generación lo identifica como animador, ¿tiene algún proyecto de regresar a la pantalla como actor?
Vamos Con Todo es una gran etapa de mi vida. Sin embargo, hace años estoy esperando que el medio resuelva darme el espacio para un proyecto actoral, ya les dije que hasta el 2050 si no me la hacen me voy a retirar del canal -risas-. Esperemos que las cosas se den.
¿Cuáles son sus actores favoritos?
Internacionales: Al Pacino, Robert De Niro, Marlon Brando, Daniel Day-Lewis, Matt Damon, y de los ecuatorianos soy admirador absoluto de Andrés Garzón, es un excelente actor sin tener un físico envidiable, es completo, y de mujeres a Sandra Pareja y Flor María Palomeque.
Si no fuera actor ¿qué sería?
Cantante. De hecho, estudié instrumentos y canto, pero siempre fue para complementarlo con la actuación. Así que no me hallo en otra cosa que no sea el ser histrión.
Finalmente le hizo caso a su mamá y, ¿concluyó el bachillerato o no?
Hace 3 años atrás concluí mis estudios. Ahora me alisto para hacer una licenciatura en artes, pues quiero dedicarme de lleno a la docencia. Tarde pero aprendí que para seguir creciendo es necesario prepararse...
ENTÉRATE
“Por favor, por favor, por favor” “Superlindu”, “Yo sufro”,son algunos de los términos que hizo popular en la década de los 90 Felipe Vera.