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
Al más puro estilo de las sectas religiosas radicales o las fanáticas hinchadas ultras del futbol, en el Ecuador, con pasión y desmesura, se discute de política en medio de un ambiente de verdadera crispación.
Familias desunidas y enfrentadas, algunas disimulan para no pelearse, porque saben que el fanático está dispuesto a todo, pero tristemente viven la frustración de no poder expresarse con libertad casa adentro. Amigos que dejaron de serlo, por la intolerancia y tozudez, quizá nunca lo fueron, talvez solo se trataba de “enemigos domesticados”.
Hay una variedad de perfiles de quienes debaten sobre política como si de fútbol o religión se tratase. Los primeros y más peligrosos son los delincuentes solapados que, aspiran a un cargo en la función pública para perpetrar, otros son estómagos agradecidos que obtuvieron prebendas y esperan agazapados una nueva oportunidad, a estos se suma, en los últimos tiempos, la mafia organizada.
También están los ilusos e impertinentes indocumentados que, sin formación, vociferan irredentos, recuerdo a Jesús Quintero “…no han leído un puto libro en toda su jodida vida…” confundidos e incoherentes, no pasan de ser una caricatura. Confunden la gimnasia con la magnesia.
Luego encontramos a los “ideológicos” anti sistema que despotrican en contra, pero se benefician de él, mientras viven cómodamente como los “pequeños burgueses” que tanto desprecian.
Otros son los clásicos introvertidos y resentidos sociales que encontraron su nicho en la necedad, nunca hablan, solo maldicen entre dientes y se refugian en sus cuarteles de invierno a rumiar sus complejos, son inofensivos y cargan su propia cruz, tal como los avergonzados que votan por osmosis, sin reflexión alguna.
En esta época, resultan inevitables los guerreros digitales, asalariados que apostados en sus teclados, se ganan la vida cumpliendo a rajatabla las ordenes de sus empleadores, dispuestos inescrupulosamente a mentir, sin remordimiento alguno, el “proyecto” de su líder es el leitmotiv de su existencia.
No olvidemos a los avivatos que medran parapetados como asesores y mandos medios, mueven los hilos con una inacabable verborrea para ganarse a sus jefes, ejercen tras bastidores, siempre a la caza de alguna ventaja, para ellos o sus familias.
Aún hay más cepas, pero ventajosamente también hay muchos que van despabilando y han entrado en razón, callados y remordidos pero conscientes.
Vivimos tiempos de polarización, debemos respirar hondo y pensar en el país, la cancha está marcada, o vamos por la libertad, el respeto, la ley y el orden, o apagamos la luz y bajamos la lanfor, sin reparar en la tragedia que ha terminado con otras naciones.