Medardo Ángel Silva (1898-1919) es, después de cien años de su muerte, el poeta popular por excelencia, cuya poesía es convertida en pasillo. “El alma en los labios” vibra en las voces de Julio Jaramillo, de los enamorados, de los estudiantes, de los obreros, en el café, en la rocola…
Su muerte fue informada al país por diario EL TELÉGRAFO, el 11 de junio, en una amplia publicación que incluía los versos de “El alma en los labios”, que fueron encontrados en un papel que tenía la fecha 9 de junio de 1919, es decir, un día antes de la tragedia. Lo que hace suponer a muchos que Silva compuso el poema en vísperas de la muerte.
Para algunos, cumplió lo que dijo en este poema: “El día en que me faltes me arrancaré la vida”, ya que la colegiala había decidido no seguir con el poeta. Rosa Amada Villegas se casó después de muchos años con Lauro Dávila, el autor orense de los versos del pasillo “Guayaquil de mis amores”. Confesó la dama al periodista Hugo Delgado Cepeda, el sábado 10 de julio de 1976, que Silva escribió “El alma en los labios” para ella, pues se lo había dedicado. Es por eso que dice “Para mi amada”.
La noticia de EL TELÉGRAFO con la muerte de Silva y los versos de “El alma en los labios” llegó a Cuenca el 14 de junio de 1919, por la dificultad que había en aquellos años en el transporte. Después del comentario de la triste noticia, el poeta Alfonso Estrella alentó a Francisco Paredes Herrera para que seleccionara uno de los mejores poemas de Silva y le pusiera música. Los dos escogieron “El alma en los labios”. (O)
Lic. César Burgos Flor