Con las pérdidas electorales que ha sufrido la derecha parecería muy disminuida, pero la realidad muestra otra situación, ya que apoyada en los ‘medios independientes’ hacen correr rumores, desvirtúan las informaciones. Cada mañana sus analistas, en radios, periódicos y televisoras, cuyos dueños son generalmente connotados partidarios de la derecha, no paran de alterar la verdad. Además de las ayudas descaradas de la ultraderecha norteamericana, tan preocupada por instaurar su democracia, financiando asambleas, ONG, reuniones de intelectuales, comisiones de derechos humanos internacionales y nacionales.

Siempre a la caza: esperando alguna distensión, una protesta, algún malestar en los pueblos para enseguida asumirlas como suyas y posicionarse a favor de ellas, sin importar el tipo o la calidad de la protesta. Demás está decir que estas acciones se realizan contra los gobiernos de izquierda, porque casualmente cuando los problemas se dan contra sus gobiernos afines hacen un silencio absoluto, o se muestran partidarios de las mayores represiones y las justifican plenamente. Aprovechan cualquier coyuntura para ejecutar las teorías del golpe suave, las famosas ‘primaveras árabes’, que en lugar de proporcionar luz a estos países los han sumido en las crisis más profundas llenándoles de dolor, pobreza, marginación, desperdigando refugiados en estos lugares ya carentes de por sí.

Esta posición de la derecha y ahora de una izquierda radical arrejuntada nos traslada a la letra de una cumbia antigua: “El camaleón... cambia de colores según la ocasión…”. También recuerda a una película de Woody Allen: Zelig, cuando nos refiere que existió un personaje de ese nombre que se transformaba incluso físicamente en la caracterización que deseaba emular.

La derecha se ha dispuesto a defender y asumir posturas que incluso van contra sus principios fundamentales con tal de oponerse a gobiernos que osaron quitarles sus privilegios, el poder del que tanto tiempo se acostumbraron a usufructuar.

Atentamente

Efrén Cruz Cuesta