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El Telégrafo
Sebastián Vallejo

¿Necesitamos continuidad?

23 de septiembre de 2016

En ocho días será elegido el sucesor de Rafael Correa en el liderato de Alianza PAIS. Si bien para el club de fans digital del Mashi, el Presidente (y nadie más que él) es todo lo bueno, lo posible, y lo imposible, el buró político de PAIS está ya metido de lleno en 2017. Es decir, está buscando al siguiente varón a seguir. Y digo varón porque las ilusiones de una mujer candidata se desvanecieron bastante rápido. (Pero ‘Rafa’ solo hay uno, ¿verdad?). Debe ser tan inevitable la candidatura de Lenín Moreno para presidente, que Glas pasaría a ser un vago recuerdo del caché de Google en el historial de la oposición. Lenín es el nuevo cuco (y asumo plena responsabilidad por la ironía de esta frase). No puedo comentar sobre el “profundo proceso democrático” a la interna de PAIS, como escucho decir a menudo desde la dirigencia del movimiento, porque de este se sabe poco. Lo que se debe reconocer es que nada de este proceso exhibe conflicto hacia afuera. Todos están alineados al proyecto político y, al final, lo importante es la victoria antes que la política, la del disenso, la del debate.

Es, después de todo, una buena estrategia. ¿Para qué tirar a matarse en nimiedades como visión de país e ideología, para que luego lleguen desgastados a las elecciones generales? Hay una suerte de priorización de la visión estratégica sobre cómo se debe conformar el binomio: veamos las encuestas. Y no sé hasta qué punto esto es una crítica. Al final, político que no gana, simplemente no lo es. O es Álvaro Noboa. Entonces si la continuidad del ‘proyecto de país’ del partido de gobierno es la prioridad, que no se diga más. Es esta continuidad que la oposición tanto está luchando. Cynthia Viteri sacó un video hablando sobre la postura de Moreno sobre mantener los impuestos y los niveles de inversión. Tildó a su plan económico de ‘correísmo’ puro. Pero Viteri parece que se adelanta. Nadie sabe cuál es realmente ese ‘plan’ de Moreno. Lenín habló sobre “corregir los errores” que se cometieron, pero nadie sabe a cuáles errores se refiere. Dijo que se buscará que los “hermanos y amigos que se alejaron del movimiento” regresen, pero nunca dijo cómo. Menos todavía se sabe sobre la posición de Glas. Todo es muy vago todavía, pero eso no importa, en ocho días serán las elecciones internas.

Desde adentro de PAIS hablan sobre continuidad. Pero no estoy seguro de cuánta continuidad es óptima. Y cuánta continuidad Moreno está dispuesto a dar (con Glas es más fácil, es muy posible que su cercanía administrativa con Correa determine su posición). Años atrás vimos a un Moreno más crítico sobre la dirección que estaba tomando el Gobierno cuando cuestionó la manera en que se estaba tratando la libertad de expresión. Mostró su criticidad y luego, a lo mejor, se refugió en temas menos contenciosos, esperando el momento adecuado para hacer más efectiva esta crítica. La Presidencia (o su candidatura) puede ser el mejor momento.

Pero está en un punto complejo. Porque es complicado criticar el proyecto de una persona (porque en muchos sentidos, en eso se ha convertido) que jala tanto apoyo electoral. Puede que, estratégicamente, la continuidad reencauchada sea la mejor fórmula. Pero, ¿es eso lo que necesitamos en este punto? ¿Necesitamos que se pasen por alto los debates más profundos sobre el actual modelo y su capacidad para transformar efectivamente las relaciones estructurales del poder? ¿Debemos asumir como dado el modelo desarrollista y su continuidad? ¿La configuración de la actual democracia debe ser esa relación ejecutivo-ciudadano vertical? ¿No se debe replantear el debate sobre lo que significa la Revolución Ciudadana?

Adelantándome olímpicamente a los hechos, no creo que Glas esté interesado en este debate. Solo me queda esperar que Lenín sí. (O)

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