El Banco Comercial y Agrícola
El Banco Comercial y Agrícola fue el principal ente bancario del país durante el auge agroexportador cacaotero de fines del siglo XIX e inicios del siglo XX, ya que capitalizó los ahorros del sector agroexportador guayaquileño.
Creado en 1894, su influencia en la vida de los ecuatorianos se incrementó cuando en el proceso de acumulación del capital, la burguesía guayaquileña alcanzó una gran rentabilidad por el alto precio del cacao en el mercado internacional.
No obstante, a partir de 1912, se empezó a sentir una crisis que, en los siguientes años, provocó la caída de los precios, impactando severamente al sector cacaotero. Es allí cuando los funcionarios del Banco Comercial y Agrícola quisieron salvaguardar sus intereses con la creación de la Asociación de Agricultores del Ecuador.
Las dificultades económicas se acentuaron en 1914, con el estallido de la I Guerra Mundial, por lo que se decretó la inconvertibilidad de los billetes en circulación por oro. Se expidió una “Ley Moratoria” destinada a proteger el capital bancario.
Esta medida estimuló la emisión de billetes sin respaldo por parte del Banco Comercial y Agrícola, en contubernio con su principal deudor: el Gobierno ecuatoriano. Como era de esperarse, la “Ley Moratoria” desencadenó una descomunal inflación, generando, así mismo, el alza de precios en la canasta básica del ciudadano común.
Por esta razón, Banco Comercial y Agrícola desempeñó un rol gravitante en la crisis económica de los años 20, la cual se profundizó con la plagas del cacao que devastaron las plantaciones en todo el Litoral.
El papel hegemónico del Banco Comercial y Agrícola no se limitó al plano económico, pues también penetró en la política. Muchos testigos y analistas del proceso señalan que el banco y su principal funcionario, Francisco Urbina Jado, ponían y sacaban presidentes, lo que grafica el nivel de influencia política que ejercían estos representantes de la plutocracia.
La política de emisiones sin respaldo del Banco Comercial y Agrícola ocasionó un repunte inflacionario.
Este factor, junto a las altas tasas de interés en los préstamos, también contribuyó a la profundización de la crisis económica que vivió el país, entre 1920 y 1925, lo que incidió en el descontento general que culminó con el golpe militar del 9 de julio de 1925. (O)