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Ecuador, 23 de Septiembre de 2024
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El Telégrafo
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El objetivo común de gobiernos, instituciones y sociedad debe ser que la longevidad de los seres humanos, con sus diferentes situaciones, sea vivida con la mayor calidad y bienestar posible

Los abuelos valoran el cuidado familiar

La visita del Papa Francisco dejó un mensaje a la sociedad sobre el respeto, valor y dignidad de los adultos mayores por ser la memoria de los pueblos y los más vulnerables frente a la cultura del descarte. Foto: Álvaro Pérez / El Telégrafo
La visita del Papa Francisco dejó un mensaje a la sociedad sobre el respeto, valor y dignidad de los adultos mayores por ser la memoria de los pueblos y los más vulnerables frente a la cultura del descarte. Foto: Álvaro Pérez / El Telégrafo
11 de julio de 2015 - 00:00

“Hay que proteger lo pequeño y sencillo, cuidar a niños y ancianos que son la memoria del pueblo”, mencionaba el Papa Francisco en su reciente visita a Ecuador. Su pedido por los adultos mayores, considerados como vulnerables y parte de lo que llamó “cultura del descarte”, estuvo presente en cada una de sus intervenciones. Y, justamente, uno de los temas de importancia es el cuidado de los abuelos, al igual que el ejercicio de sus derechos como ciudadanos y seres humanos.

Hace poco el Programa Iberoamericano de Cooperación sobre Adultos Mayores, parte de la Organización Iberoamericana de Seguridad Social (OISS), publicó un amplió tema sobre la realidad del cuidado a las personas mayores.

Los datos son rotundos: las personas adultas mayores prefieren mayoritariamente (casi el 90% en algunos casos) permanecer en sus hogares cuando precisen de atención para realizar las tareas básicas de la vida diaria, según revelan las encuestas realizadas.

Y es que quedarse en el hogar supone, en muchos casos, permanecer en el entorno que conocemos y en el que nos sentimos seguros, rodeados de los recuerdos de toda una vida y de los individuos a los que conocemos, de lo que constituye nuestra identidad.

Esto cobra especial importancia  cuando las personas adultas mayores se enfrentan a enfermedades (físicas o mentales) que les pueden generar por sí solas inseguridad, a la que se sumaría la incertidumbre que causa un cambio de residencia.

Tradicionalmente los mayores permanecían en sus domicilios con los cuidados de sus familiares, mayoritariamente mujeres.

El envejecimiento demográfico unido a los cambios en la estructura de las familias (incorporación de las mujeres al mercado de trabajo, falta de reparto de tareas domésticas y de cuidados, familias más reducidas, migraciones, etc.) y a la extensión de un nuevo paradigma en la atención a las personas en situación de dependencia que toma los cuidados como un derecho subjetivo de la ciudadanía, hacen que esta opción no sea viable o deseable en algunos casos.

Los centros residenciales geriátricos son una importante alternativa. Estos han mejorado en general en los últimos años y se van articulando en torno a la idea de que el adulto mayor, la promoción de su autonomía y el respeto a sus derechos y a su dignidad deben ser el centro del sistema.

Pero los mayores –y la ciudadanía en general cuando se nos pregunta acerca de nuestro futuro– parecen optar mayoritariamente por permanecer en sus domicilios, lo que ha fomentado el desarrollo de servicios de atención domiciliaria profesional que apoyan a los mayores en sus tareas básicas de higiene, alimentación y vestido, o que se encargan de la limpieza del domicilio, de acompañarles en sus paseos, etc. Siempre con el objetivo de fomentar la autonomía de las personas adultas mayores.

Experiencia laboral

Estos servicios permiten combinar la permanencia en el domicilio de las personas adultas mayores con la atención brindada por profesionales. Además, otros servicios como la teleasistencia implica también de apoyo a los mayores en sus domicilios y completan esa atención.

Al mismo tiempo, la atención domiciliaria supone una importante fuente de empleo, con una interesante proyección de futuro si tenemos en cuenta el proceso de envejecimiento demográfico.

Además, supone la incorporación al mercado de trabajo fundamentalmente de mujeres con bajos niveles formativos que tendrían una difícil inclusión en el sistema por otras vías. Todo ello fomenta su inclusión laboral y social, con efectos también sobre sus familias y sobre la cohesión social en general.

Pero los cuidadores profesionales requieren una capacitación previa en aspectos como movilidad de los mayores, alimentación, etc. Por ello es especialmente relevante el apoyo que desde las instituciones de personas adultas mayores de la región se está dando a los cuidados domiciliarios a través de programas de formación de cuidadores, que reciben una gran demanda.

Igualmente, adquieren interés los sistemas de reconocimiento de la experiencia laboral, que permiten la incorporación al mercado de trabajo de personas sin formación académica, pero con amplia experiencia en el desarrollo de estas tareas.

Así, la capacitación es esencial tanto para los cuidadores profesionales como para los cuidadores no profesionales, y los del entorno familiar. Estos últimos sufren un especial desgaste ya que con frecuencia desarrollan estas tareas de manera continuada –sin períodos de descanso–, sumadas a las labores de cuidados de otras personas y domésticas, y de forma no remunerada ni reconocida, a veces incluso renunciando a sus empleos.

Por esta razón, los programas de formación de estos cuidadores tienen la doble importancia de capacitarles en los trabajos que van a realizar y también enseñarles a cuidarse ellos mismos. (I)

Datos

En Ecuador existen más de 1’300.000 personas mayores de 60 años. Para 2025  serán cerca de tres millones. La demanda de profesionales de cuidado es urgente.

En los valles aledaños a Quito existen más de 40 centros de cuidado de adultos mayores, la mayoría privados. El Estado también cuenta con asilos para ancianos abandonados por sus familias.

Las condiciones de vida de los adultos mayores de Ecuador son positivas. Según un informe 2014 de la organización británica  HelpAge International el país es el primero de la región en salud.

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