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El Telégrafo

Papa Francisco: ecología, humildad y revolución

12 de abril de 2015

Durante todo el mes de marzo, el Papa Francisco redujo sus compromisos y audiencias públicas al mínimo para concentrar sus esfuerzos en terminar lo que será su segunda encíclica. Las encíclicas son cartas que el Papa publica y dirige a obispos y fieles de todo el mundo sobre asuntos de diversa índole, desde las encíclicas de Benedicto XVI sobre las virtudes teologales (esperanza, caridad y fe) hasta la célebre Rerum Novarum de León XIII, que se ocupaba de las condiciones de las clases trabajadoras, defendiendo, por ejemplo, el derecho a la libre asociación.

En junio de 2013, Francisco firmó su primera encíclica: Lumen Fidei (La Luz de la Fe), aunque fue redactada casi íntegramente por su antecesor, Benedicto XVI. Es por ello que hay tanta expectativa alrededor de su primera carta original en la que Bergoglio y su equipo llevan trabajando desde hace meses. El tema será la creación y el respeto al medio ambiente. El objetivo del Papa es publicarla en el mes de junio, un tiempo prudencial antes de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que se celebrará del 30 de noviembre al 11 de diciembre en París. 

El interés del Papa por la ecología no es nuevo. Quedó patente con la elección de su nombre papal y referente espiritual: San Francisco de Asís, un ferviente admirador de la naturaleza y los animales, lo que le llevó a ser reconocido, en 1979, como el patrono de los animales y de los ecologistas. En su Cántico de las Criaturas incluso hablaba de «la hermana nuestra madre Tierra, la cual nos sostiene y gobierna».

Las referencias a la ecología no se han reducido a meros símbolos. En la homilía que inauguró su pontificado invitó a «custodiar la creación, como se nos dice en el libro del Génesis y como nos muestra San Francisco de Asís […], y a tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos». Y en su primer Día Mundial del Medio Ambiente, como representante de la Iglesia católica, dedicó toda su audiencia a la cuestión ecológica, señalando: «Cuando hablamos de medio ambiente, de la creación, mi pensamiento se dirige a las primeras páginas de la Biblia, al libro del Génesis, donde se afirma que Dios puso al hombre y a la mujer en la Tierra para que la cultivaran y la custodiaran […]

Pero cultivar y custodiar no comprende solo la relación entre nosotros y el medio ambiente, entre el hombre y la creación; se refiere también a las relaciones humanas». En esta misma línea, tiempo después, su cuenta de Twitter (@Pontifex_es) publicaba: «La cuestión ecológica es vital para la sobrevivencia del hombre y tiene una dimensión moral que atañe a todos».
Francisco apuesta por una «ecología integral», una ecología que proteja, por igual, a la naturaleza y a las personas; apuesta por un concepto que esté basado en la creencia de que la destrucción del medio ambiente, el desperdicio de alimentos y la «cultura del descarte» producen y aumentan la desigualdad y la injusticia. En el inspirador discurso que dio en el marco del Encuentro Mundial de Movimientos Populares decía: «Un sistema económico centrado en el dios dinero necesita también saquear la naturaleza para sostener el ritmo frenético de consumo que le es inherente».

Bergoglio se ha mostrado siempre crítico con el sistema económico y político mundial. En su exhortación apostólica Evangelii Gaudium lo calificaba de «injusto en su raíz» y hacía un llamamiento a decir «no a una economía de la exclusión y la inequidad. Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa». Su interés por cambiar el status quo que denuncia se ha puesto de manifiesto con distintas acciones. Una de ellas, en noviembre pasado, cuando visitó el Parlamento Europeo y exhortó a 561 eurodiputados de 28 países a devolver la dignidad a las personas y denunció una prevalencia de las cuestiones económicas y una «opulencia insostenible». Por otro lado, también se ha reconocido -y agradecido- la mediación de Bergoglio para que Estados Unidos y Cuba comiencen a normalizar sus relaciones bilaterales. Por declaraciones y actitudes como estas, se ha dicho en reiteradas ocasiones, que Francisco es un… revolucionario. 

Lejos de asustarse por el calificativo, en junio de 2013, en un discurso en la Asamblea Diocesana de Roma, Bergoglio dobló la apuesta: «Un cristiano, si no es revolucionario, en este tiempo, ¡no es cristiano!». No solo su «qué» es revolucionario, no solo sus ideas y discurso… también lo es su «cómo», sus formas. Su estilo de liderazgo humilde se ha visto desde sus primeros días de papado, cuando al ser elegido decidió vestir sin la tradicional muceta de terciopelo rojo, cuando rechazó vivir en el lujoso Palacio Apostólico Vaticano para hacerlo en la modesta residencia de Santa Marta para eclesiásticos y huéspedes y, también, cuando eligió trasladarse por Roma en un Ford Focus. Y se ha reafirmado, igualmente, en innumerables actos simbólicos realizados en los 25 meses que ahora lleva como Papa, desde el lavamiento de pies a reclusos y a discapacitados hasta la visita que realizó personalmente a la Capilla Sixtina para mostrarla a un grupo de 150 indigentes.

El Papa Francisco, al ser el representante de una de las religiones más populares del mundo, es naturalmente un ejemplo para muchos; pero es también un líder ejemplar. El filósofo español Javier Gomá Lanzón definía la ejemplaridad como «una rectitud genérica que involucra todas las esferas de la personalidad». La coherencia de Bergoglio es total: símbolos, discursos, acciones, gestos… todo es revolucionario.

El próximo mes de julio emprenderá su primera gira latinoamericana -aunque ya en 2013 había estado en Brasil para la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud-. Aterrizará primero en Ecuador y luego se dirigirá a Bolivia, Paraguay y, muy probablemente, también, a Colombia. Durante su estancia en Ecuador, tal como adelantó el arzobispo quiteño, se hospedará en la Nunciatura Apostólica, rechazando un amplio listado de opciones hoteleras, y se moverá en un vehículo que no estará blindado.

En el momento de visitar Latinoamérica, su encíclica ya estará publicada. Y le recibirá Ecuador, un país con una amplia conciencia ecológica, uno de los pocos que reconocen los derechos de la naturaleza en su Constitución. Y, además, una cultura guiada por una cosmovisión, el Sumak Kawsay, que, al igual que su noción de ecología integral, considera a las personas como un elemento más de la naturaleza.

Francisco parece estar cambiando, poco a poco, la Iglesia. Así, al menos, lo cree la periodista y corresponsal en el Vaticano Elisabetta Piqué, autora del libro Francisco, vida y revolución, quien no ha dudado en asegurar que Francisco ha «revitalizado la Iglesia». Pero lo que es indudable es que ha revolucionado los estilos de liderazgo tradicionales, los religiosos, sí, pero también los laicos. Revolución de todos. Revolución para todos. Con sus acciones ya ha demostrado que es un actor político con otra forma de «revolucionar». Bienvenidos a la humildad política.  

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