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Ecuador, 26 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Ecuador no aceptó ninguna explicación del cónsul y le retiró el cargo

Muñoz Borrero el cónsul cuencano nombrado ‘Justo en las Naciones’ (II)

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Manuel Antonio Muñoz Borrero dejó su cargo como cónsul de Ecuador en 1935 y fue nombrado honorario ese mismo año. En 1942 perdió definitivamente su trabajo por el asunto de los pasaportes enviados a Estambul.

Ecuador no aceptó ninguna explicación de Muñoz y seguramente tampoco estaba interesado en resolver este tema debido a la inestabilidad política y social que en esos años se vivía en el país. La guerra con Perú, en 1941, y la firma del Protocolo de Río de Janeiro habían desgastado a la sociedad, y el Gobierno de Arroyo del Río tan solo se había dedicado a la represión constante. En este panorama, Muñoz Borrero, como señala Zadoff “se ocupó, probablemente a comienzos de 1943, de emitir pasaportes a judíos que los precisaban para salvar sus vidas”. Habíamos indicado en la primera emisión de este artículo que los documentos entregados por Muñoz Borrero no abrían la posibilidad de emigrar a Ecuador pero sí protegían a sus portadores de ser enviados a campos de exterminio.

Durante los años finales de la guerra en Estados Unidos se crearon campos donde se internó a los “súbditos de los países del Eje, es decir a los ciudadanos de los países enemigos: Alemania, Italia y Japón para protegerse de los espías pero con la secreta intensión de intercambiarlos con prisioneros de guerra. Lo mismo sucedía en la Alemania Nazi donde tenían campos como el Sonderlager (campo separado) o al Sternlager en Bergen-Belsen para personas con pasaportes de los países aliados que podían ser intercambiados”.

Precisamente esta fue la utilidad de los pasaportes otorgados por cónsules de Paraguay, Honduras, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Haití, Nicaragua, Perú, Venezuela y Ecuador —por Muñoz Borrero en este caso—, que sirvieron para demorar el traslado de decenas de judíos al campo de Westerbork (campo de transición) o a los campos de trabajos forzados para finalmente ir a Auschwitz donde les esperaba una muerte segura.

Acudieron a pedirle su ayuda varios dirigentes judíos, entre ellos el rabino Abraham Israel Jacobson, Jacob Ettlinger, Fritz Holländer, Moritz Pineas y John Benzian que colaboraban con el Congreso Mundial para el salvamento de judíos en zonas ocupadas por los alemanes. Al aceptar colaborar con estas personas arriesgo todo, incluyendo su propia vida y “a partir de este momento Muñoz Borrero comenzó a emitir pasaportes para los judíos cuyos nombres, datos personales y fotografías le eran entregados por alguna de las personas antes nombradas y se ocupó en enviar cartas y certificados suplementarios en los casos en que los alemanes cuestionaban la veracidad de lo escrito en los pasaportes… en el testimonio presentado por Muñoz Borrero en el interrogatorio realizado por la policía de Estocolmo (entre septiembre y diciembre de 1943) atestiguó que emitió los pasaportes en 1942, y que los documentos emitidos en 1943 eran solo duplicados ya que los originales se habían extraviado. Sin embargo, es de suponer que este testimonio estaba dirigido a reforzar la validez de los pasaportes, emitidos probablemente en la primera mitad de 1943, al convertirse en relevante la posibilidad de utilizarlos como documentos de protección”. Como relata Zadoff en líneas anteriores, Muñoz Borrero claramente desafió las decisiones del Gobierno ecuatoriano y en las declaraciones dijo que los pasaportes firmados por él cuando ya no tenía el cargo de cónsul habían sido emitidos mientras era parte del cuerpo diplomático para asegurar su validez, aunque nos queda claro que lo hizo después por un bien mayor ya que sabía que servirían de protección a los judíos que los portaban.

Muñoz Borrero cobró por estos documentos las tasas estipuladas por Ecuador que fueron entre $ 15 y $ 20 (en 2007 equivalían de $ 160 a $ 220 dólares). En varios casos, y como recuerdan algunos sobrevivientes, pudieron obtener estos pasaportes sin pagar por ellos. El cónsul ecuatoriano fue una de estas excepciones: “Jacob Hirschmann recuerda que su padre Max le había contado que recibió el pasaporte sin tener que pagar por el mismo. Asimismo, al finalizar la guerra y liberarse del campo de Biberach donde estaba recluido con su familia, el padre viajó a Estocolmo donde encontró a Muñoz Borrero para agradecerle por los pasaportes. Al ver la deplorable situación económica en la que se encontraba le dio una suma de dinero”. Zadoff afirma que se conoce que Muñoz Borrero otorgó decenas de documentos que servían como protección a judíos mejorando la forma en que debían ser tratados. El primer destino de los pasaportes emitidos por Muñoz Borrero y el rabino Jacobson fue Polonia. No existen testimonios de sobrevivientes que hayan recibido pasaportes por este medio pero se sabe que hubo 2.500 judíos provenientes de Varsovia con documentación de países latinoamericanos, 350 no fueron enviados a campos de concentración, entre ellos, uno poseía pasaporte ecuatoriano. Un segundo grupo de 300 judíos con pasaportes latinoamericanos fue enviado al campo de detención de Vittel, Francia, 10 poseían pasaportes otorgados por Muñoz Borrero, lamentablemente no se salvaron debido a la demora de los países emisores en reconocer los documentos. El reconocimiento fue fomentado por los Aliados para permitir el canje de prisioneros recién en 1944, intercedieron ante los países latinoamericanos para que reconocieran los documentos de forma rápida. Ecuador aceptó el pedido por razones humanitarias y no rechazó desde entonces los documentos emitidos a su nombre.

El tercer grupo en recibir pasaportes ecuatorianos estaba compuesto por judíos alemanes que emigraron a Holanda, este caso se conoce más ampliamente, según Zadoff, “de los 3.670 judíos con pasaportes de América Latina enviados entre febrero y agosto de 1944 desde Westerbork a Bergen-Belsen, 96 portaban pasaportes de Ecuador. (O)

Reconocimiento por Yad Vashem

En 1953 se aprobó la ley de Recordación de los Mártires y Héroes, por la que se estableció en Jerusalén la Autoridad de Recordación de los Mártires y Héroes del Holocausto-Yad Vashem, que sería la encargada de otorgar galardones especiales y un memorial a las personas no judías que salvaron a judíos, nombrándolos ‘Justos de las Naciones’.

Yad Vashem realiza una investigación profunda que determina si una persona, por sus acciones, merece ser reconocida con tan preciado. En 2009, 5 sobrevivientes que lograron salvarse gracias a los pasaportes entregados por Muñoz Borrero y Tzémaj Jacobson, nieto del Rabino Jacobson, presentaron en nombre de sus familias la solicitud para que el excónsul fuese reconocido.

La solicitud fue presentada junto con la investigación realizada por el Dr. Efraim Zadoff, quien hizo un trabajo muy importante en archivos de Estados Unidos, Inglaterra, Ecuador y Suecia demostrando que la actuación de Muñoz Borrero fue totalmente desinteresada y que ayudó a cientos de judíos durante la guerra. Es así que en 2011 Muñoz Borrero fue reconocido como Justo de las Naciones y así “tendrá parte en la vida eterna” como sentencia dicha institución para aquellos que sacrificaron su carrera y arriesgaron su vida durante el Holocausto. El reconocimiento llegó por fin para el cónsul pero el país aún tiene una deuda pendiente aunque ha recibido varios reconocimientos, incluso en Cuenca. (O)

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