En el evangelio de San Mateo hay una cita que versa: no dejes que tu mano izquierda sepa lo que hace la derecha. En Ecuador, en medio de la emergencia sanitaria por la pandemia del coronavirus covid-19, emergen personas, grupos ciudadanos y activistas que se han activado para ayudar de alguna manera a quienes están en condición de vulnerabilidad.

Hay quienes ayudan con alimentos, otros con vituallas, medicinas y hasta un techo para aquellos cuya casa son las veredas o para los que duermen debajo de los puentes. Sin embargo, algunos de estos gestos de solidaridad están impregnados de ego, de ese “querer figurar” y de que el vecino, el barrio, la ciudad y el país se enteren que “también están aportando”. Ayudar al prójimo, al más vulnerable, no debe ser motivo para vanagloriarse, mucho menos para sacarse fotos y selfies entregando una funda con comida a quien lo necesita.

En el caso de las instituciones del Estado es obligación que lo hagan, pues el pueblo necesita saber las acciones emprendidas desde el Gobierno central, articuladas con los Gobiernos locales. Pero, un ciudadano de a pie, que toma la iniciativa de ayudar, no debería buscar publicidad en los medios para que le publiquen “su buena acción del día”.

Hay muchas personas que están haciendo un trabajo de hormiga, que están fabricando mascarillas, trajes apropiados para atender a los pacientes positivos con donaciones de guantes, gel antibacterial, alcohol, colchones.... La lista puede ser interminable y, sin que ellos lo pidan, muchos periodistas deciden contar estas historias porque son positivas en medio de tanta tragedia. Estas historias motivan, enseñan, son un ejemplo a seguir, y quienes las protagonizan se llevan como agradecimiento la satisfacción de haber ayudado, de ser un bálsamo en medio de tanto dolor. No de verse reflejado en un medio de prensa.

Que la humildad en tiempo de crisis florezca, así como Ecuador espera florecer nuevamente como un país que supo vencer a este enemigo silencioso, por ello #QuédateEnCasa. (O)