El ex editor de opinión del diario El Universo no mide su capacidad “periodística”. Dice lo que le sale del hígado, con una irresponsabilidad que solo recuerda por qué fue juzgado, no por una persona, sino por dos y quienes luego le perdonaron. Vive en una fantasía política absolutamente neurótica: confunde sus fantasías con la realidad, a tal punto que su “exilio” en la comodidad de Miami lo imagina como si en su época de trotskista hubiese pedido asilo en un ex país detrás de la Cortina de Hierro.
Basta leer ahora sus twitters para entender el párrafo anterior. No ha sido capaz de explicar por qué recibió 328 mil dólares de bonificación especial del diario al que dice que renunció. ¿Es un regalo? ¿Una compensación? ¿Un pago muy puntual por lo que hizo políticamente desde su columna y desde la posición editorial oficial de El Universo? Nadie duda que tiene derecho a recibir ese dinero, que “bien ganado se lo tiene”, aunque sea a costa de que sus colegas de redacción ahora no reciban las utilidades por el “costo” que le significó a la empresa ese pago oneroso.
Ahora ataca a una periodista del diario PP El Verdadero, no de El Telégrafo. En su cuenta de Twitter puso el 23 de enero: “La periodista Gabriela Castillo, de El Telégrafo, investiga todos mis antecedentes, buscando algo con qué atacarme”. Primero, sus antecedentes son demasiado conocidos como para tener que indagar mucho en eso. Segundo, la comunicadora le ha pedido una entrevista para conocer su versión sobre el pago “generoso” de su ex diario. Es decir, cumple con lo que él no hizo como periodista. Con su actitud, esta joven reportera le da una lección de ética y profesionalismo a quien se considera periodista por el solo hecho de injuriar.
Más bien Palacio debería ser modesto y aprender de nuestros jóvenes profesionales ecuatorianos y de los medios públicos, si alguna vez piensa en volver a ejercer este oficio digno y maravilloso al que él manchó con sus afanes políticos al servicio de intereses mercantiles, que bien le han recompensado ahora con jugosos pagos, solo de los que se tiene registro, porque de los otros debería rendir cuentas, si se considera tan honesto.