Como no lo pueden decir de frente, como cualquier persona e institución responsable, lo hacen ahora con caricaturas y chistes de mal gusto. La intención es clara: colocarse como ese diario superpoderoso, que bendice y sentencia sin estola ni copón, para erigirse como el referente de la moral y del éxito empresarial. Lo hace precisamente el periódico que baja sus ventas, su circulación y hasta su credibilidad todos los días, como lo prueban las agencias de publicidad y las entidades que hacen monitoreo de circulación.

El Comercio debe decir a sus lectores que los diarios pequeños son aquellos que pierden aceleradamente su condición de “líderes” en el mercado, y no los que suben todos los días sus ventas y su circulación. El Telégrafo y PP El Verdadero (a los que los “humoristas” del diario -que lleva por nombre la alusión a lo más comercial del periodismo- califican y se mofan de los “pequeños”) son periódicos nacionales que se han ganado un lugar de respeto y credibilidad.

Por eso han subido sus ventas y circulación en casi 400% en estos últimos dos años. Y si los “humoristas” (del diario cuasi nacional) quieren hacer chistes ácidos de los medios “pequeños” tendrían (si son buenos humoristas) que reírse de sí mismos, quizá ahí la mofa tendría más sentido y produciría las mejores carcajadas de la semana.

El peor mal de la prensa privada y comercial ha sido no ser lo suficientemente autocrítica consigo misma. Claro, se cree perfecta e intocable. Por eso ocurren “escándalos” como el del diario El País, de España. O también esos otros errores de diarios locales y criollos que no llegan a escándalo porque la cofradía de la prensa privada no los divulga, como ocurrió con el propio El Comercio cuando aprobó un editorial homofóbico, por una supuesta falta de control; o como el “editorial” que llevó a juicio al editor de opinión de El Universo.