Son alrededor de 700.000, según datos oficiales de Estados Unidos. Llegaron a ese país cuando eran niños o adolescentes provenientes de unos 25 puntos del planeta y han desarrollado su vida en la nación norteamericana. Muchos son profesionales, la mayoría ha creado su propia familia.
Barack Obama abrió, en 2012, la posibilidad de que permanecieran en territorio estadounidense a través de una acción ejecutiva que autorizó el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés). Y aunque el presidente Donald Trump se movió inicialmente en la misma línea, luego cambió su política respecto a este grupo de población migrante y hoy busca la finalización del programa.
Los medios los denominan dreamers (soñadores) y un grupo de ellos se encuentra en estos días en Washington para buscar que la Corte Suprema de Justicia impida la eliminación del DACA y que se cierre, por tanto, la posibilidad de que el país norteamericano los deporte.
Entre los argumentos que presentan está el hecho de que, habiendo migrado muy jóvenes, un buen número de ellos desconoce la cultura e incluso el idioma de sus países de origen. Adicionalmente está el reclamo de 143 asociaciones empresariales de EE.UU., que abogan por la permanencia de estos inmigrantes ante lo que significaría su reemplazo laboral: $ 6.300 millones sería el costo de este proceso, según investigaciones del Cato Institute.
La cifra es una muestra de la importancia que ha tenido para Estados Unidos la presencia de personas provenientes de otros lugares del planeta, que se han integrado a su tejido social y han aportado en diferentes épocas de la historia al engrandecimiento de ese país.
El intento de terminación del DACA tiene relación con la posición mostrada por el presidente Trump respecto a los migrantes desde la época de campaña. Una posición que le ha ganado no pocas críticas y que, en el caso específico del programa, el máximo tribunal estadounidense deberá apoyar o rechazar. (O)