Uno de los más importantes valores de los que hacemos periodismo, de una u otra manera, es ser claros y directos en la información o en las opiniones que damos en nuestros artículos o exposiciones. Usando esa importante cualidad, debo deciros directamente y sin tutías que se viene cometiendo un enorme error por medio de los diarios, televisión y otros medios de información pública; error que es bastante grave en lo que se refiere en hacer conocer y reconocer a nuestros valores contemporáneos.
Se ha dado por mala costumbre o por cualquier otra circunstancia, de ponderar a ciudadanos, que por razones referentes a las modas de música o melodías pasajeras, o que por allí “recibiendo favores” o porque tienen dinero, publican libros o en su defecto por la presencia en programas radiales o televisados histriónicos, toman momentáneamente notoriedad, de llamarlos “famosos” y no solamente eso, sino que los sobredimensionan, dejando una imagen equivocada sobre ellos en el sentimiento popular.
Nadie está con el ánimo de desopinar a aquellas personas que alcanzan ese esplendor distorsionado, pues es verdad que algunos de ellos confusamente emborronan cuartillas, entonan o saben en algo cantar u otros tienen medianas cualidades artísticas, pero la verdad sea dicha, en su mayoría son mediocres, que no logran la más mínima presencia positiva en el exterior cuando salen “con bombos y platillos” de los linderos patrios.
Lo decimos con respeto, pero con la seriedad necesaria, que forjar “personalidades” sin el auténtico respaldo del talento individual, única premisa para catapultar a un individuo, artista o profesional en cualquiera de las ramas de entendimiento, aun siendo por costumbre, deja definitivamente de ser honesto.
Se puede tener carisma, dinero o belleza, pero esos no son jamás los factores que conduzcan al periodista a otorgar méritos a quienes realmente no lo tienen. Mientras tanto, existen programas, profesionales y artistas de valía totalmente ignorados por la prensa nacional, que no obstante el pueblo sabrá reconocer lastimosamente -tenemos que decirlo- cuando el eco de campanas del éxito venga desde el extranjero.
La verdad aunque duela.
Arturo Santos Ditto