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El Telégrafo

¡Chávez no se va!

13 de enero de 2013

Va extinguiéndose, lenta e inexorablemente como el Sol en un atardecer campestre. Su cuerpo se consume, ya no resiste más. Parecería que fuera su última batalla, contra un enemigo invencible, como es la muerte.

La batalla fue dura, la resistencia tenaz; peleó hasta su último cartucho. Se aferró a la vida, no con el ánimo egoísta de vivir, sino por la responsabilidad y deber histórico de servir con amor infinito a su patria y a su pueblo.

Hoy 10 de enero de 2013 comenzaba un nuevo mandato constitucional como presidente de la hermana República Bolivariana de Venezuela. Era solo la continuación de una estela de logros que comenzaron el 2 de febrero de 1999, hace  exactamente 14 años.

Logros para qué, para quiénes y para cuándo…; indudablemente para cambiar la inequitativa realidad de un país, que nadando en la abundancia y en una riqueza inconmensurable se daba el lujo de convivir con la pobreza más extrema… Los cerros de Caracas, por ejemplo, cuajados de ranchitos o casitas miserables, desde donde día a día descendían como hormigas laboriosas miles de hombres, mujeres y hasta niños, a buscar el pan del día, con sabor a dolor y frustración… Sin servicios básicos… incluida la salud y la educación… Era como si una guerra silenciosa pretendiera acabarlos, pero al mismo tiempo la sociedad opulenta los requería para su propia reproducción… Indudablemente, el objeto de esta lucha es sacarlos de la pobreza, creando más riqueza y repartiendo la existente… Para cuándo: lo más urgentemente posible, antes que estalle socialmente y sea difícil remediar…

Los gobiernos burgueses festinaron el petróleo y consolidaron las propiedades en pocas manos… Los latifundios improductivos se multiplicaron, mientras el pueblo sufría carencias; el lujo insultaba a la dignidad, mientras la ignorancia era caldo de cultivo perfecto para mantener el statu quo.

Venezuela, cuna de libertades y de libertadores, había perdido aquello en algún recoveco de su historia; hasta que el genio inspirador de Bolívar, Miranda y miles de próceres libertarios y patriotas volvieron a encender la llama, que prendieron las nuevas antorchas que iluminan el nuevo rumbo, hacia otras libertades, entre ellas, la económica y social. Nadie puede ser auténticamente libre, si no se tienen los medios económicos para serlo.

Hugo Rafael Chávez Frías nació en un pequeño pueblo del llano venezolano,  Sabaneta, Estado de Barinas, el 28 de julio de 1954, hijo de modestos maestros de escuela. Ingresó al Ejército en 1971 donde desarrolló interés por la política y fue cofundador en 1982 del Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR200) en medio de la crisis económica y social que conllevó al llamado Caracazo en 1989.

En 1992, junto con otros militares del MBR200, intenta un golpe de Estado contra el entonces presidente Carlos Andrés Pérez, el cual fracasó y fue encarcelado durante dos años, hasta ser indultado más tarde por el entonces presidente Rafael Caldera.
Chávez se postuló a los comicios presidenciales de 1998 con el apoyo del Movimiento Quinta República (MVR) y tras obtener la victoria se convirtió en el 42º presidente de Venezuela con lo que ha buscado consolidar la llamada Revolución Bolivariana basada en su proyecto socialismo del siglo XXI.

Su lucha revolucionaria la inicia junto a otros compañeros de milicia, el 17 de diciembre de 1982, en el Bicentenario de la muerte de Bolívar, jurando bajo el “Samán de Güere” reformar el Ejército e iniciar la lucha para construir una nueva República, bajo la inspiración de una original ideología bolivariana, mezclada con algunas ideas de Simón Rodríguez y de Ezequiel Zamora, a lo que se denominó: el “Árbol de las tres raíces”, base de la construcción del socialismo del siglo XXI, con sabor a arepa y joropo llanero venezolano.

Viendo la necesidad de construir una base social de apoyo político, que garantice la continuidad del proyecto revolucionario, se constituye el MVP (Movimiento Quinta República) (1997-2006); y, por último, el PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela) (desde 2007), que resulta de la fusión o adhesión de varios partidos y movimientos de izquierda.

La lucha ha sido dura y difícil, debilitar la fuerza política de los poderosos grupos económicos, representados por “copeianos” y “adecos” y toda la superestructura ideológica incluyendo (lastimosamente) a la Iglesia, ha costado, literalmente, “sangre sudor y lágrimas”. Aún parece historia reciente, el golpe de Estado de 2002 en el que fue derrocado por dos días por el industrial Pedro Carmona. Chávez fue restituido en el poder tras un contragolpe de las Fuerzas Armadas de Venezuela, con apoyo popular. Luego sucedieron los hechos de la plaza Altamira y el “paro petrolero” entre diciembre de 2002 y febrero de 2003.

Acostumbrado a las batallas, Chávez supo liderar un proceso en democracia, hasta con tolerancia diría; se presentó a la última contienda, donde derrotó a Capriles; y hoy el mapa venezolano se tiñe de rojo, dejando pequeños reductos donde aún queman sus cartuchos la partidocracia tradicional, que se verá obligada a seguir bregando en la arena, porque esas son las reglas de la democracia, donde las ideas, los pensamientos, los sueños y aun los intereses no se suprimen, sino que se contradicen y deben conjugarse en armonía, respetando los derechos de cada cual.

Hoy que ese sol se apaga en el horizonte volverá mañana a resplandecer por el Oriente, vigoroso y fuerte, anunciando una nueva aurora de libertad, con aroma y alegría de pueblo, multiplicando Chávez por doquier.

Por eso, afirmamos convencidos: ¡Chávez no se va!

Tito Palma Caicedo
C.C. 0901366468

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