El caso evidenció la existencia de una organización que traficaría con órganos humanos
Indígenas revelan supuesto secuestro
El lunes 5 de mayo, casi a las 17:00, William se encontraba en la avenida Cotopaxi, cerca del puente San Felipe. Comía una porción de patas de pollo asadas mientras aguardaba un bus para viajar de Latacunga a Quito. Parecía una tarde normal, pero de imprevisto, 3 sujetos le secuestraron. Fue rápido y violento.
Aún asustado, William relató que le golpearon e insultaron, antes de subirlo al balde de una camioneta equipada con un colchón, una cocina, un tanque de gas y una maleta con dinero. El relato de William no fue sencillo de comprender, pues no domina el idioma español. El joven indígena se desempeña como ayudante de albañilería.
Los sospechosos no le quitaron sus pertenencias. Tras algunos minutos de viaje sonó su celular; eran sus parientes. “Les dije que me estaban secuestrando que no volvería con vida”, relató al recordar esos momentos que le dejaron un trauma a largo plazo.
Sus familiares buscaron ayuda de las autoridades policiales del cantón. Sin embargo, Amparo Segovia, cabo primero del Comando de Policía de Pujilí, dijo que este caso no fue presentado en la dependencia.
Después de una hora de viaje, subieron a la camioneta a una mujer joven de la comunidad Chibuleo (Tungurahua). Ambos fueron atados y llevados en dirección a una montaña. El joven de 23 años pudo observar a los secuestradores: 2 tenían acento costeño y extranjero, en tanto que el tercero hablaba e insultaba en quichua.
Según William, le obligaron a fumar “7 pipas de marihuana” y a pelearse a golpes con el secuestrador indígena, mientras los otros aplaudían, se burlaban y decían improperios.
Luego fueron subidos otra vez al automotor. Tras un período de viaje que William ya no alcanzó a establecer por su maltrecho estado, se les unieron 5 personas.
En la provincia del Azuay, los captores hicieron un trato verbal con ‘clientes interesados’ a quienes no les vieron el rostro, pero los vendieron en $ 20 mil (hombres) y en $ 35 mil (mujeres). “Escuchó que los secuestradores decían que son jóvenes y fuertes con órganos sanos”, aseguró William.
Por eso, Yolanda Ante, concejala de Pujilí, maneja la hipótesis de que este caso está vinculado al tráfico de órganos humanos.
Posterior a la venta cambiaron de vehículo. Los compradores estaban ebrios, y las víctimas tenían las manos libres. Gracias a esto, William abrió una ventana y pidió ayuda.
Unos policías se percataron de la situación e interceptaron el vehículo en Loja. Sin embargo, los perpetradores escaparon.
William fue liberado y según Ante, aún no se recupera totalmente del trauma físico y psicológico. El joven permanece con su familia en una comunidad de la parroquia Zumbahua.
La denuncia aún no se presenta en la Fiscalía. Así lo confirmó Jaime Olivo, fiscal de asuntos indígenas de Pujilí, quien comentó que no se conoce de casos similares.
El Fiscal alentó a familiares de desaparecidos a hacer las denuncias para poder investigar e impedir que estos acontecimientos se repliquen. Reconoció que estos casos no se hacen públicos por el miedo de las víctimas a represalias.
María P., dijo que su sobrino viajaba regularmente a Quito. Lo describe como un joven tranquilo y trabajador. También está asustada.