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El caso fue conocido por el serenísimo doctor josé luis tamayo

Una denuncia de 1923 de los indígenas de San Andrés de Píllaro dejó huellas profundas

Una denuncia de 1923 de los indígenas de San Andrés de Píllaro dejó huellas profundas
09 de noviembre de 2014 - 00:00 - Pedro Reino Garcés, historiador/cronista oficial de Ambato

Los ojos no me son suficientes  para releer estas palabras martirizadas. Los indios sudan un español que duele como un ‘huacho’ empujado por los toros de la conquista.

A veces creo que las palabras salen abortadas por los maltratos desde las bocas de los vencidos. La gramática es más profunda que las simples reglas. Cuando las letras se juntan en la boca del indio sale esa sintaxis mestiza desafiante.  

Acomodarse a la gramática ‘superestrática’ y dominante, hasta poder no hablar de igual a igual, es un proceso de siglos. Toda dominación empieza por el poder de la palabra.

“Parroquia San Andrés vecino del cantón Píllaro perteneciente a la provincia del Tungurahua, Junio 9 del año 1923.- Precento una solicitud ante mi. Serenísimo Señor Precidente de la Republica del Ecuador por el avusamiento que hubo en nuestro añejo San Andres por los empleados del canton Pillaro”.

Miremos la ortografía como a deshilachadas ropas de los indios empobrecidos que no tienen más alternativa que soportar los desprecios de quienes creen que cambiar de idioma es como vestirse bien con ropa prestada. ¡Vaya caminantes del quichua y del aimara, ahora verse obligados a transitar por los borrosos pedregales del castellano!

Siento como si me dijeran: Denunciar en tu propia lengua será  nuestra valentía. Usaré tus platos para que sufras de mi pobre comida. Pondrás nomás las tildes donde las sílabas reciben sus latigazos.

Al releer las frases es como si escuchara en su estructura: Escribo con /c/ por congraciarme con vosotros, mis autoridades,  que sois más españoles que los nacidos en las Españas. Acá los indios no hablamos con la lengua entre los dientes.

¿Y el “avusamiento”? Eso empezó cuando los primeros blancos dijeron que Yatsil /Yatchil  pasaba a llamarse “Sanandrés”, como en cambio sabe escribir el secretario de la Gobernación y que no sabe corregirle el Gobernador.

Haciéndole separar las palabras San y Andrés, para que el santo se pare en sus dos patitas. Si escribo “avusamiento” con /v/ pequeña es porque ya han de hacer los blancos más abusamientos.

Entonces he de escribirles con /b/ grande. Espero que se den cuenta de que el abusamiento es para ustedes un sustantivo, igual que cuando dicen “el conocimiento, el sufrimiento, el escarmiento”.

Sufrir, conocer y escarmentar nos dijeron que eran verbos, pero cuando las acciones pasan a experimentarse como procesos, aparece el sufrimiento, el escarmiento.  

Ahora queremos decir al señor Presidente que también el abusamiento es un proceso practicado por las autoridades blancas en contra de nosotros los indios.

Señor Presidente, no queremos que el abusamiento sea una forma de vivir. Nosotros tenemos otro alli kawsay. Corríjales sus actuaciones para que la palabra no signifique la substancia de su actuar.

Si usted no corrige las actuaciones de sus empleados, las palabras han de entrar con significaciones cambiadas a los diccionarios orales de los mestizos. De algún modo, Usted tiene poder también sobre los diccionarios.

También he puesto “parroquia San Andrés vecino del cantón Píllaro…” porque estoy pensando que San Andrés (el santo que parece gente) tiene que ser el vecino de Píllaro. El santo es como gente mismo, aunque sea de palo.

Ustedes tampoco tienen concordancia. ¿Entiendes en cambio lo que es un llactayug?  Si taita cura repite a cada rato que San Andrés ya es de aquí, de Yatsil, de estos cerros de los Llanganatis, para nosotros ya es un llactayug, ya no es huaira apamushca como los que han pasado a ser dueños de la hacienda de Chaupi que han venido con fusiles a dispararnos en medio de fiesta de Corpus.

Y cuando releo: “Serenísimo Señor Precidente de la Republica del Ecuador…”, me pregunto: ¿En dónde aprendieron ustedes esta forma de tratarle? ¿De dónde sacan que el Presidente es serenísimo?

Lo que yo he sabido es que es excelentísimo, dignísimo, poderosísimo, orgullosísimo, inalcansabilísimo, comprometidísimo, resguardadísimo, cepilladísimo y otros ísimos inventados por las alfombras que lamen sus piececillos.

¿Acaso han conocido a presidentes que han sido alborotadísimos? Pero me estoy acordando que deben haber oído: “Sus Altezas-Que Dios Guarde en aumento de reinos y señoríos”, o: “Sus Mercedes”.

Hay que seguir aplicándoles  cualidades particulares, costumbre que viene desde la Edad Media, para que no se parezcan entre ellos cuando entran al gobierno.

Si en el fondo todos hacen lo mismo hay que referirse, por ejemplo, a Lucio El Prudente, a Abdalá El Honrado, a León El Sosegado, a Alarcón El Modesto, a Jamil El Más Querido, a Sixto El Floreciente, a Velasco El Reincidente, a Galo El Hermoso, a Alfaro El Religioso, a García El Hereje, a Flores El Sabio Meditante, etc.

No sé si habría  llegado la noticia a Píllaro, quién sabe no la hayan despachado a San Andrés, o hayan vuelto a confundir por no saber si Yatsil es nombre de pueblo o de unas lagartijas del lugar.

No se sabe si les han avisado que ya somos libres desde la Batalla de Pichincha, o desde que murió José María Urbina, o desde cuando se escribió la Monografía del Cantón Píllaro, o desde cuando Matías de Villalba dejó un decreto anunciando que en esos lados han de seguir naciendo gobernadores porque son Atis. Pero para 1923, los de San Andrés, todos los oriundos de allí deben ser respetados como danzantes que enarbolan hasta el cansancio la monotonía.

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