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Ecuador, 23 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Ecuatorianistas

Un pequeño segmento de la literatura ecuatoriana se escribe en inglés

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Nuestro país tiene una gran cantidad de escritores que de a poco están ganando notoriedad en el concierto mundial. Por supuesto, esto ocurre en el ámbito de la literatura en español. Poco, sin embargo, se sabe sobre esos autores ecuatorianos que escriben en inglés sin ser esta su lengua materna. Hay en estos momentos un grupo de autores nacionales que no solo escriben en un idioma extranjero, sino que sus obras son leídas en este mismo país.

Este fenómeno se da por una instancia particular: la necesidad de aprender el idioma inglés, en estos momentos una especie de lingua franca a escala mundial. La cantidad de personas aprendiéndolo solo en el Ecuador fácilmente supera los cinco dígitos, lo que lo ha hecho atractivo como negocio. El interés es tal que al momento, incluso en poblaciones consideradas pequeñas, como Pascuales, en la provincia del Guayas, hay organizaciones ofreciendo cursos de aprendizaje. Además de ello hay librerías especializadas en vender exclusivamente textos conectados a la enseñanza de inglés, y el mismo Estado, desde hace varios años, ha reconocido su importancia de manera que el idioma es parte de la malla curricular en casi todos los niveles.

Estas personas necesitan tener a su disposición material que les permita poner en práctica los conocimientos adquiridos. Son, en otras palabras, una audiencia que espera ser atendida, y generalmente lo es, por editoriales que producen libros y otros materiales de gran calidad pero enfocados a realidades que poco o nada tienen que ver con la nuestra.

Los autores que escriben en inglés son generalmente profesores de este idioma, ecuatorianos que lo aprendieron a su vez como lengua extranjera o como segunda lengua (no es lo mismo) y que además tienen el deseo de expresarse mediante la palabra escrita. Ellos, al estar en contacto con ambas culturas, de alguna manera están en capacidad de reflejar lo que saben de la una y de la otra en forma escrita. Su perfil puede sonar ordinario, pero no lo es. Es en realidad difícil encontrar individuos que reúnan todas las características necesarias para ser parte de este incidentalmente selecto grupo.

Primero, debemos tomar en cuenta que no es lo mismo escribir en el idioma materno y ser luego traducido. Son procesos diferentes y quien así lo hace no suele ser un hablante del inglés, sino una persona que busca ampliar los ámbitos en los que puede ser presentada su obra. Potencialmente, cualquier obra escrita en español puede ser traducida y luego adaptada para ser usada en un programa de enseñanza de inglés.

Segundo, no todo profesor de inglés sabe realmente inglés. Es una declaración audaz y, sin embargo, basada en una realidad que no es difícil constatar. De hecho, muchos de nosotros hemos tenido profesores que evidentemente no dominaban el idioma y estaban en esa cátedra porque no se lo había podido ubicar en una donde pudiera impartir lo que realmente sabía. De esa manera, en un momento dado hubo profesores de Estudios Sociales enseñando inglés pero a un nivel muy básico en el que la clase se reducía a memorizar listas interminables de palabras que ni siquiera estaban bien pronunciadas. Hay también los profesores que solo obtuvieron el título pero tan solo conocen estrategias de enseñanza y no el idioma en sí. Cómo estas personas llegaron ahí, eso solo se explica examinando las circunstancias y vaivenes en los que ha estado inmerso el magisterio en el pasado.

Tercero, se debe ser muy constante. Escribir no es tarea fácil ni en español ni en inglés. Un texto debe ser trabajado mucho y muchas veces. La perfección en este campo se alcanza con mucha dificultad e implica tener la participación de más de una persona. Un autor debe tener un número de personas dispuestas a leer el texto producido, dar su opinión acerca de este y colaborar con la edición. En el caso presente es necesario que estas personas tengan un nivel de inglés igual, si no superior, al del autor.

Cuarto, es necesario tener contactos. Muchas veces, poner un texto a consideración de una editorial no es suficiente, incluso si la obra es de gran calidad. ¿Por qué una editorial querría arriesgarse a publicar un libro de un autor desconocido si tiene a su disposición las obras de grandes escritores como Charles Dickens, Robert L. Stevenson o Edgar Allan Poe? Sin embargo, desde hace un tiempo hay compañías que están mirando a estos autores. Son pocas y no todas son conocidas. Los autores que buscan publicar sus obras deben, sin embargo, identificar cuáles son estas compañías, conocer dónde están para luego, a su vez, dar el primer paso. Casi nunca sucede a la inversa.

En Guayaquil, este grupo de autores es reducido. Hay quienes han producido material sin mayor éxito, y hay quienes han presentado sus proyectos a editoriales consideradas serias, que los han desestimado para luego tomar esas ideas presentándolas como propias. El grupo al que me refiero ha logrado sacar adelante sus propios proyectos a un costo grande, generalmente financiado con sus propios recursos. Además, han conseguido personas que a su vez creyeron en lo que hacían y les proveyeron el apoyo técnico necesario para lograr la publicación de esos libros.

Jorge Vargas Chavarría es el más joven y al momento se encuentra desarrollando una actividad febril, ya sea publicando sus obras o ingresando entradas en su blog literario. Es parte de una generación de escritores que usan los medios digitales para llegar más efectivamente a ese cúmulo de lectores que se sienten más afines a estas plataformas. Ha publicado la novela de fantasía La espada de Sorton (2009), una colección de cuentos de terror llamada Aquí empieza lo extraño (2016), y también On the Road to Dreams (2012), su novela en inglés. Vargas es también profesor de inglés, y es sobre la base de su desempeño en esta profesión de donde sale la premisa que justifica esta obra, escrita para ser usada como material de apoyo para estudiantes ESL (English as a Second Language —Inglés como Segundo Idioma—). El argumento se centra en dos jóvenes, Clara y Bruno. Clara es una bailarina y Bruno gusta de la música. Ambos luchan para hacer sus sueños realidad y cuando sus vidas se entrelazan, descubren que la consecución de los sueños es, ante todo, un camino de muchos sacrificios, abnegación y compromiso; un camino, en suma, que ha de ser sorteado solo con base en la pasión que ambos sienten por lo que hacen. Este libro es el primero de una trilogía cuya segunda parte —también en inglés— no ha sido publicada todavía, tal vez porque Vargas, como la mayoría de autores ecuatorianos, no vive de sus escritos sino de su trabajo como profesor, lo que implica atender una serie de responsabilidades que demandan gran cantidad de su tiempo.

Paola Montero es otra autora de libros en inglés y su incursión es más reciente. Es profesora universitaria y por ahora su producción se remite a un solo libro, Listen to Your Heart (2015). Esta obra cuenta la historia de Joao, a quien vemos en su etapa de  estudiante de colegio y luego en la universidad. En ambas instancias tenemos a un joven que se esfuerza por salir adelante, enfrentando los dilemas existenciales que todos sorteamos a esa edad, aunque Joao siempre encuentra apoyo en sus amistades. Estas dos historias cortas son, lo mismo que On the Road to Dreams, parte de un proyecto más grande, pues las aventuras, o más bien desventuras, de este personaje continúan en una segunda entrega hasta ahora demorada por los mismos motivos que han retrasado a Vargas.

En mi caso, he publicado cinco títulos, siendo el cuarto mi único libro en español: El colegio del fin del mundo (2013). He escrito mucho más en español de lo que he escrito en inglés y, sin embargo, toda mi producción en inglés ya ha sido publicada. Escribí Blood Type en 2002, con la premisa de producir una obra en inglés enteramente contada en presente simple, pues se debía comenzar con el nivel más básico. Aunque es una obra corta, fue la que más problemas dio. En aquel tiempo, la persona interesada en este libro era el dueño de una editorial llamada Speak English Enterprises, quien además tenía una visión bastante clara de su proyecto, pues deseaba tener una serie de seis historias escritas por ecuatorianos con el tema de inmigrantes en situaciones extraordinarias. Presenté un sinnúmero de ideas, ninguna de ellas aceptada, hasta que decidí apostar por una historia simple de amor que terminó convirtiéndose en Blood Type. La novela habla de un empresario estadounidense que tiene grandes expectativas para su hijo, quien lejos de desear dirigir la empresa de su padre, anhela ser profesor. El hijo trabaja enseñando inglés a inmigrantes pobres; un día se enamora de una alumna suya con quien decide casarse a pesar de la oposición de su orgulloso padre. La resolución de este conflicto y la historia en sí habrían sido fácilmente contadas en instancias normales, contando con todos los tiempos gramaticales, pero tener solo el presente simple a mi disposición significó realizar una serie de concesiones a la hora de contar un evento detrás de otro. No se podía hacer nada más, pues este libro estaba destinado a ser usado con niveles básicos. Y lo fue.

Más tarde escribiría Antonio (2005), Wetback (2007) y Alessandro (2015). Las dos primeras comparten un mismo protagonista: Antonio Grant. Este es un adolescente que vive con su padre en Estados Unidos y cree que su madre, de origen colombiano, murió cuando él era un niño pequeño, aunque la realidad es otra. Luce como su padre, pero aun así el color de su piel le define como un latino lo que le causa una crisis de identidad. En la búsqueda de una identidad propia, Antonio encuentra que su madre está viva y lo ha estado buscando infructuosamente por largo tiempo. Tanto en este libro como en el anterior, recurrí al artificio del final feliz, porque la idea de estas obras es presentar algo que sea asequible para el mayor universo posible de personas. Ello implica que no hay menciones de aspecto religioso ni tampoco se incluye violencia, ni alusiones sexuales o políticas de ningún tipo, para así no herir la sensibilidad de nadie. Wetback es una obra más madura que nos lleva a un Antonio ya mayor que vive en Colombia con su madre. Es feliz, pero un suceso infortunado lo lleva a tomar una decisión aparentemente sin sentido: seguir la ruta del inmigrante ilegal haciéndose pasar por uno de ellos. Las vicisitudes que atraviesa y todo a lo que debe sobreponerse de alguna manera limpia el alma de Antonio y lo deja libre de las dudas que le acosan. Muchos de los obstáculos que Antonio enfrenta son en realidad experiencias que inmigrantes me contaron acerca de sus viajes hacia el ‘sueño americano’; una búsqueda peligrosa y, para muchos, mortal.

Alessandro (2015) es diferente a los otros porque su génesis es distinta. Este libro no tuvo el apoyo de la misma editorial porque para este tiempo el dueño decidió volver a su tierra, Estados Unidos. El proyecto de crear una serie de seis libros con el tema de inmigrantes en situaciones excepcionales quedó trunco. Para ese tiempo yo ya tenía una idea de una historia que no estuviera conectada a las tres primeras, que tienen personajes recurrentes. Al terminarla, me encontré sin una editorial que publicase este nuevo escrito y durante un tiempo esta obra permaneció inédita hasta que alguien la leyó, y se interesó por ella. Fue, pues, un particular quien fungió de mecenas para la publicación de este tomo. La narrativa aquí es más estilizada y la acción no es lineal. Alessandro no es un inmigrante, sino el hijo de uno. Es un cantante famoso que un día, en estado etílico, sale en su moto y mata accidentalmente a un inmigrante ilegal. Nadie lo asocia con el accidente, pero acaba en un hospital donde, luego de días de estar inconsciente, despierta con síntomas de estar perdiendo la visión a causa del alcohol. Arrepentido, tratará de contactar a la familia de la persona que mató y para ello deberá cruzar la frontera en búsqueda de los parientes de su víctima. Al hacerlo, encontrará otra historia, la de su propia familia, misteriosamente entrelazada con la del líder criminal que rige el pequeño pueblo mexicano al que ha llegado Alessandro.

Hay un autor más que, a diferencia de los ya mencionados, no tiene una cátedra de inglés. Su nombre es César Baquerizo, quien recientemente publicó la obra A Safe Place with You. Baquerizo es un autor con una discapacidad que le impide escuchar correctamente y que en su momento fue discriminado por ser homosexual. La trama de su obra gira en torno a un grupo de jóvenes que son rechazados y forzados por sus familias a ingresar en una clínica de deshomosexualización. Todos terminan afectados física y emocionalmente con tratamientos inhumanos que van desde administrarles pastillas a someterlos a electroshocks. En esta obra de denuncia, Baquerizo refleja este mundo escondido y tolerado por una sociedad que en ese sentido aún muestra una mentalidad más propia de otro tiempo que del presente. Este autor también contempla la aparición de otras entregas en las que, por ejemplo, se abordarán temas como el matrimonio igualitario.

Con la excepción de Baquerizo, todos los otros autores tienen en común que evitan tocar ciertos elementos de la realidad. Por ejemplo, la crudeza de los abusos a los que son sometidos los inmigrantes en su viaje a Estados Unidos es solo abordada tangencialmente. Secuencias de sexo o violencia exageradas son recursos impensables en estos textos, precisamente porque el elemento más importante en el proceso de creación de estas historias es la audiencia a la que van dirigidas. La búsqueda de Joao en Listen to your Heart es fácilmente resuelta con la ayuda de compañeros suyos que pueden o no haber experimentado la misma angustia adolescente. El deseo de Clara y Bruno por lograr sus sueños es algo con lo que todos nos podemos identificar. Tenemos aquí, pues, un tipo de literatura comparable a la del francés Alejandro Dumas padre, o el italiano Emilio Salgari. Ellos ciertamente se enfocaban en un estilo trepidante pero muy simple, pues buscaban llegar a un público de todas las edades, y por ello su estilo no era complejo, y carecía de palabras rebuscadas o figuras literarias difíciles de asimilar.

La literatura producida por los autores aquí mencionados no busca ser de alto nivel. Más bien, su función primordial es la de ser usada como material de apoyo para estudiantes que quieren aprender otro idioma. Es posible que estas personas tampoco sean las únicas. En nuestro medio, el inglés es casi omnipresente, y por eso es muy probable que existan otros autores de características similares. Aquí me he remitido a mi experiencia personal y de gente que conozco y, de acuerdo con eso, considero poco probable que el perfil de otros autores —cuya existencia solo supongo— sea diferente al ya descrito: profesores de inglés que han visto una posibilidad de contribuir al sistema de enseñanza de ese idioma conjugando su deseo de escribir con su dominio de otra lengua. Las posibilidades de éxito para ellos no están solo en el hecho de ser publicados, sino de posicionar su obra de manera que puedan recuperar lo invertido y obtener réditos por ello. Esto es improbable porque las editoriales que podrían hacer esto prefieren seguir con los clásicos de siempre, presentados con una cubierta más atractiva o una edición con un registro menos complicado.

Desde hace tiempo se sabe que son más las personas que usan el inglés como segunda lengua que aquellas que lo hablan como lengua materna. Por esta razón, es oportuno pensar en un escenario en que las producciones nacionales, que hablen de nosotros, ocupen un lugar en el aprendizaje de este idioma en nuestro país. Sería más factible para un lector potencial relacionarse con objetos, lugares y personas que reconoce e identifica dentro del ámbito latinoamericano, del cual se hace muy poca referencia en los textos actuales.

Esta idea no es nueva: desde 1992 el Ministerio de Educación —en cooperación con el British Council por medio del Proyecto Cradle (Curriculum Reform and Development for the Learning of English) —diseñó un currículo que incluía textos de inglés en los que se buscaba dar énfasis al valor de los grupos étnicos del país y propendían al rescate de la identidad ecuatoriana, nuestro medioambiente y a la conservación de nuestros valores.

En otros países, la industria dedicada a la enseñanza del inglés aprovecha los talentos de estas personas para la creación propia, que a la larga ofrecen más beneficios y es, sobre todo, más barata. El lugar que acaben teniendo este tipo de autores en la literatura ecuatoriana es todavía incierto, porque su objetivo no es netamente estilístico y, sin embargo, son un fenómeno que debe tenerse en cuenta. Su empeño es encomiable, dadas las circunstancias del manejo de la cultura, aún incipientes para valorar las expresiones que ya existen en nuestro país. Hay atisbos de esperanza de que esto cambie, sobre todo considerando que el esmero por proveer una educación estatal de calidad es mayor que antes. Cuando esta búsqueda por mejorar se consolide, es probable que la visión sobre la enseñanza del inglés cambie y rompa la artificialidad de enseñar una lengua como una materia más. Nada es más libre y puro que la expresión misma de la palabra.

Bibliografía

Bermudes, Luis (2002). Blood Type. Guayaquil: Speak English Enterprises.

_____ (2005). Antonio. Guayaquil: Speak English Enterprises.

_____ (2007). Wetback. Guayaquil: Speak English Enterprises.

_____ (2015). Alessandro. Guayaquil: publicación independiente.

British Council. The CRADLE Project, Ecuador. Recuperado de: https://goo.gl/M1OX5J.

Hidalgo, Carla (2016, 8 de julio). Profesores de inglés escriben breves obras literarias. Noti (216). Recuperado de: https://goo.gl/VCqNFi.

Montero, Paola (2015). Listen to your Heart. Guayaquil: publicación independiente.

El escritor ecuatoriano Jorge Vargas nos presenta su segundo libro On the road to dreams (2016, 20 de julio). De lectura obligada. Recuperado de: https://goo.gl/Kq7ll6

Vargas, Jorge (2009). On the Road to Dreams. Guayaquil: publicación independiente.

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