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Magia

Karina Cruz: “Como la poesía, la magia es un arte menospreciado”

Karina Cruz: “Como la poesía, la magia es un arte menospreciado”
17 de agosto de 2015 - 00:00 - Daniela Moina Armas, Periodista

Con una historia que data de 2.200 años antes de Cristo en el antiguo Egipto, el ilusionismo se ha caracterizado por hacernos creer en lo que, desde la lógica humana, sería imposible: aparición y desaparición de objetos, escapismo, lectura de la mente, juegos con monedas y cartas, y demás trucos han hecho pensar y repensar a muchos. O simplemente soñar. Luego de siglos de deslumbrar a los espectadores con sus desafíos mentales, los ilusionistas adoptaron como patrón, a mediados del siglo XX, a san Juan Bosco, personaje que supo ganarse la empatía de los jóvenes con técnicas inspiradas en el ilusionismo.

Pero es claro que estos artilugios se basan en las habilidades histriónicas de los ejecutantes, y en leyes físicas, químicas y neurocientíficas. En Ecuador, esta disciplina ha adquirido nuevas características impulsadas por un grupo de artistas que le apuestan a la magia performática o magia argumentada. En este sentido la magia o el ilusionismo es una herramienta para contar historias. Dentro de esta propuesta está Karina Cruz, mejor conocida como Maga Melyna.

Con más de 20 años sobre el plató, Karina ha encontrado en este arte una de las formas más completas para la expresión. Por lo que se ha convertido en la primera mujer en Ecuador que realiza este tipo de performance. La artista fue parte de la organización del Primer Encuentro de Mujeres Ilusionistas, realizado en marzo pasado, y del Hocus Pocus que estuvo en escena en julio, así como de varios proyectos a lo largo de su trayectoria. Son iniciativas que buscan acercar al espectador hacia una disciplina tomada como un simple entretenimiento de fiestas.

La mirada segura, las palabras fluidas, la voz gruesa: en la cabina de sonido del teatro del Ochoymedio, donde me recibe, se muestra igual de espontánea que en el escenario. “Es que en esto uno debe saber de todo, yo manejo luces y sonido sin problema”, comenta mientras se acomoda en una pequeña silla, lista para contar cómo la magia performática se ha convertido en tendencia en los escenarios ecuatorianos.

¿Cómo se cuentan las historias a través de la magia?

La magia es una arte completo, hay muchas cosas que intervienen pero que son desconocidas para quien las mira ya en el escenario. Ya no es solamente un mago que aparece y desaparece cosas con una modelo guapa, existen más formas de hacer magia y aunque es nueva en el país, detrás de esas fronteras es una práctica ya instaurada hace tiempo.

La magia performática o argumentada tiene como objetivo usar los efectos del ilusionismo para contar las historias.

¿Qué cosas se cuentan, por ejemplo?

En uno de nuestros montajes hablamos sobre el mito del arcoíris, de lo que nos cuentan, de las ollas encantadas que están al final de él. De la felicidad. Tomamos a los colores como referentes de los aspectos de la vida y las sensaciones que les conllevan. Está el azul de los sueños, el rojo del amor, entre otros; entonces hacemos que los efectos empaten con estas sensaciones.

Juguetes de Bohemia, otro montaje más urbano, nos acercó a ciertas teorías que tienen de los artistas y a la vez nos hacen ir más allá. Partimos de la consciencia de que tanto la magia como la poesía son artes menospreciadas y usamos ese estigma de ser considerados bohemios. Hablamos del amor, de la muerte, de la soledad, de la intensa necesidad del ser humano de ser feliz y de renacer. Se rescata la figura del juglar y del poeta que sin pretender ser actor lee sus textos, y la maga (ella) que toma la parte escénica e interpreta los textos del poeta y los transforma en imágenes a través de la magia. Hablamos de poesía mágica.

Poesía mágica... ¿Siente que valió la pena dar ese giro?

Esta ha sido mi mejor excusa para que las reglas escénicas impuestas por años de consciente teoría y práctica me permitan crear un poco más. Porque nos encontramos con que los magos no somos artistas, y yo busco romper esa imagen con este experimento.

Cuando descubrió la magia, ya se había formado como actriz, ¿cómo fue ese encuentro?

De niña veía el ilusionismo como una cosa lejana, inalcanzable... Una se maravilla frente al efecto de magia con la creencia inocente de que es real. Con el paso del tiempo me formé como artista escénica pero nunca pensé que iba a hacer magia. Todo llegó como una afortunada coincidencia. Yo tengo una hueca de libros en el Centro Histórico y un día fui a curiosear. En medio de un estante había un libro pequeño que se titulaba Magia y trucos de salón, editado en 1979. Estaba en la sección esotérica y lo compré en unos cincuenta sucres, pero me olvidé de él luego de algún tiempo. Unos 6 meses después, me pidieron hacer un efecto “como por arte de magia” para un proyecto de títeres y recordé el libro...

¿Cuál fue el primer efecto que consiguió?

Después de revisar el texto, me atrapó, y aunque nunca encontré el efecto que me habían pedido, ya me había embarcado en un nuevo aprendizaje. Lo primero que hice fue desaparecer una moneda en un vaso de agua.

Obviamente le mostré mi logro a toda la familia, y mi abuela dijo: ‘Así el dinero se hace agua entre las manos’. A partir de eso escribí un microcuento mientras trabajaba en el truco. Ese fue mi primer intento de unir una historia con un efecto de magia.

Y ahora, años después, ¿cómo define ese hecho escénico?

Me di cuenta de que esto es un recurso sumamente enriquecedor. No tienes idea de todas las posibilidades que tiene la magia sobre las tablas. De por sí, las artes escénicas transportan al público a algo irreal, basado en algo real tangible o no. Pero si a esto le pones un efecto -como aparecer una rosa en la mano del espectador para representar el desamor-, entonces sientes cómo esa persona experimenta las sensaciones. Es mucho más vivencial.

Los espacios culturales independientes se han trabajado por años y la lucha ha sido fuerte para disciplinas como el teatro, ¿es más difícil para la magia de salón?

Mucha gente no está consciente de que esta es una profesión, lo que implica que haya personas que vivan de ello. Vivir de lo que haces es ser profesional. Para eso hay que animarse y hacer las cosas. El objetivo es cambiar la corriente artística. En el presente, las artes ya no son motivos de cambio social. De hecho, casi nunca lo han sido. Hemos sido voceros, criticones y metiches, pero no hemos podido cambiar nada. Hoy la gente no quiere ver lo mala que es su vida, quiere tener esperanza. Relajarse y pensar en ese instante y nada más. Para eso viene la al teatro: para ser feliz aunque sea por un rato.

¿Ha logrado crear un público?

Sí y no. Tenemos un público pero no es suficiente, aunque dentro de este movimiento mágico estemos 25 artistas de la magia y fuera de él podamos llegar a los cien en Quito. Pero es poco, porque los artistas tenemos que pagar cuentas todos los meses. Aunque ha crecido mucho y queremos que lo siga haciendo.

¿Esto se debe a la forma de manejar las cosas desde dentro o desde la política pública?

Creo que en el país hay mucha riqueza creativa, pero dentro de un metro cuadrado. Es un principio de competitividad de los seres humanos, pero se vuelve perjudicial cuando no avanzas ni dejas avanzar. Entonces es mi público y mi espacio y no te voy a dar mis contactos. Eso está correcto pero el problema es que el público se cansa y los espacios se caen.

El problema no está en que el Estado no nos apoye, ni decir lo pobres que somos. El hecho es que nosotros mismos no consideramos nuestro trabajo como una profesión. Entonces en nombre de la conciencia social, te olvidas de que estás trabajando en función de tu formación y de que hay que cobrar por ello. Eso no prostituye la profesión, más bien estás entendiendo que lo que haces tiene un valor, lo que te permite comer y mantener a tus hijos. Esto lo entendí hace 16 años.

Recibo el justo pago por el tiempo de elaboración que me toma, pero, para que alguien me pague por esto, debo demostrar que es bueno y que tengo el mismo tiempo de formación o más que en cualquier otra profesión.

Y la premisa tan utilizada del “Amor al arte”...

El amor al arte no le va a dar de comer a mi hijo.

Pero aún hay gente que hace las cosas gratis ¿no?

La gratuidad es un gran problema. Fui parte del equipo de Agosto Mes de las Artes en 2003 y la intención era buena: democratizar el arte. Pero a veces te emocionas tanto que no mides las consecuencias. Luego hubo matices políticos para vender candidaturas.

Lastimosamente la gente no aprecia lo que no paga, y, como ya nos vieron en un evento público y gratuito, creen que el Estado nos financia. Ahora estamos en una campaña de revalorizar nuestro trabajo, pero cambiar ese pensamiento va a ser duro. Si pidiéramos el justo pago de nuestros servicios no necesitaríamos de las instancias públicas.

¿Cuál es el público más difícil para la magia?

Los niños. Se han convertido en pequeños adultos, ya no sueñan, no fantasean y eso duele mucho. Que un niño de 4 años esté buscando la respuesta del efecto en lugar de dejarse llevar es preocupante. Siempre digo cuando vengan al teatro a ver magia, no saldrán iguales. Además la experiencia no se repite, aunque veas la misma obra varias veces.

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