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Fallas humanas y pésimo material son culpables de “lagunas” en vías

Fallas humanas y pésimo material son culpables de “lagunas” en vías
26 de febrero de 2012 - 00:00

Son cerca de las 09:00 del martes y en los alrededores de la avenida Delta, en el norte de la ciudad, hay un intenso movimiento: estudiantes que ingresan a las diferentes facultades de la Universidad de Guayaquil, personas que suben y bajan de los buses y peatones que se desplazan rápidamente entre los vehículos y por las aceras.

Pero la lluvia que cae a esa hora sobre la ciudad y la gran cantidad de baches que hay a lo largo de toda calle entorpecen  la circulación; los vehículos deben frenar abruptamente y los transeúntes deben esquivar o saltar sobre los charcos para cruzar la vía.

Agujeros, pedazos de calzada sueltos, resquebrajamiento del pavimento y desgaste de ciertos tramos  son algunos de los problemas que se evidencian en las calles del norte, centro y sur del cantón.

Durante estos primeros meses del invierno, hay dificultades para ingresar al puente de la 17, ubicado al final de la avenida Bellavista, una vía rápida que es utilizada para quienes se trasladan desde el norte hacia el suroeste.

El agua de lluvia acumulada en un extenso desnivel obliga a que los vehículos livianos y pesados reduzcan la velocidad para evitar daños en sus automotores.

La Av. Francisco de Orellana, el puente de ingreso a Monte Sinaí, Pradera 1 y 3, e incluso zonas residenciales, como Los Ceibos, también tienen daños en sus calles.   

26-2-12-gquil-baches02Origen del problema

Los especialistas en asfalto indican que hay distintos factores que inciden en el incremento de baches, especialmente en la etapa invernal. Uno de esos factores que influyen  es la  incorrecta colocación de la mezcla y su manipulación. Aunque uno de los temas de los que más se ha hablado es la calidad del producto elaborado en el país.

Según Jorge Berrezueta, director de Obras Públicas del Municipio de Guayaquil, en declaraciones realizadas en este mes a un medio escrito local, en una escala de del 1 al 150,  la calidad del asfalto nacional, que distribuye Petroecuador, está en 40. Aunque consideró que en los últimos tiempos ha mejorado.

Aquella idea coincide con la del vicepresidente del Colegio de Ingenieros Civiles del Guayas, Walter Mendoza, quien destacó que el material que se produce en la refinería Esmeraldas permite ofrecer un mejor producto a los municipios que compran este derivado del petróleo. 

No obstante, este ingeniero aclaró que, a pesar de que no es pésimo, el producto no cumple con algunas especificaciones técnicas de calidad. “Ese el problema de Guayaquil y del país”. 

Esta falencia -explicó- unida a otros factores climáticos, produce los huecos que aparecen en las calles. “La presencia de agua en forma permanente  genera la erosión”.

En el laboratorio de asfalto de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Católica de Guayaquil, que ha realizado estudios sobre el tema, su director, Gustavo García, opinó que no se puede hablar únicamente de un asfalto “bueno” o “malo”.

En su concepto, el asfalto de Esmeraldas tiene variabilidad. Hay ocasiones en las que cumple todas las especificaciones técnicas y hay otras en las que no. “La palabra malo tiene que definirse, porque es muy amplia. El producto tiene diferentes propiedades, cada una sirve para algo y si alguna le falta, entonces hay un problema”, indicó.

Para el investigador, el problema específico del asfalto ecuatoriano radica en que envejece muy rápido. “Esto significa que se oxida demasiado en la planta, entonces eso provoca que se vuelva duro y quebradizo”, aseguró. 

Sin embargo, añadió que ese no es el único problema de los baches de la ciudad: “El primero es la adherencia entre el asfalto y la piedra, que no es una cuestión de calidad, sino de unión química entre los elementos de la mezcla”.

Según él, el agua y el calor que se infiltran en la mezcla asfáltica en invierno se produce por algunas deficiencias que pudieron quedar durante su colocación. “La presión del tráfico que aplasta el agua estancada puede causar que  la piedra se desprenda en el asfalto y se produzcan agujeros”.

De acuerdo con Francisco Estarellas, ex viceministro de Transporte y Obras Públicas, la calidad del asfalto ecuatoriano en los últimos años ha mejorado. Para él, lo que sí es evidente en la ciudad, es la falta de mantenimiento constante.

El ex funcionario de dicha cartera de Estado sugirió que en la construcción de las avenidas  se debe considerar la temperatura a la que se coloca el material y la compactación a la que se somete esta mezcla.

En ese punto, Julio Peña, ingeniero civil y ex asesor en el Ministerio de Transporte y Obras Públicas, agregó que si la mezcla está bien diseñada, pero mal aplicada, al final habrá un pésimo resultado.

26-2-12-gquil-arreglo-de-callesAdemás, Estarellas destacó que la formación de baches en esta época tiene relación con la mala evacuación de aguas de lluvia. “Desagües, cunetas, alcantarillas, drenajes, todo está enlazado. Se puede tener una buena mezcla asfáltica, colocarla a la temperatura adecuada y someterla a una buena compactación, pero si no hay un drenaje, la vía se desgastará”, manifestó.

Estarellas aseguró que existen varias formas de preservar las vías de la ciudad: el reciclaje asfáltico, la colocación de un micropavimento denominado “Slurry” o, simplemente, realizar el mantenimiento de las calles en el verano.

Por su parte, mediante un comunicado, Petroecuador informó que el producto final que se utiliza en la construcción o mantenimiento de vías, conocido como asfalto, tiene en su composición solo un 5% del  que produce la refinería Esmeraldas: 90% es de agregados pétreos gruesos y finos, y un 5% de polvo mineral. “El producto final depende del porcentaje de cada componente que sea incorporado y de las características o requerimientos específicos del uso que se vaya a dar”.

Efectos de calles dañadas

El mecánico automotriz Marcos Soliz, quien tiene su taller en las calles Lizardo García y Venezuela desde hace 10 años, expresó que los vehículos sufren varios daños al caer en un bache.

Generalmente, indicó, la principal molestia que tienen los carros durante esta época son daños en el eje delantero y en los rulimanes, que se llenan de óxido por las lluvias. “Los baches dañan la amortiguación y las rótulas”.

Además -dijo- algunos vehículos también presentan daños en la parte electrónica. “Cuando hay lluvias fuertes, las calles se llenan de agua y esto afecta al cerebro de los automóviles”, explicó Soliz.

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