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Ecuador, 24 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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El tránsito y afluencia complicaron compra de regalos para Navidad

Miles de ciudadanos acudieron a los sectores locales comerciales de varias zonas de la urbe durante el último fin de semana previamente a la celebración de la Navidad, el próximo domingo.

Para muchos ciudadanos, el recorrido de quioscos, tiendas y supermercados fue una actividad que tomó gran parte de las 48 horas, que normalmente se usan para descansar de una semana laboral, para realizar las compras.

Como en procesión, los padres recorrían las tiendas, cambiando parte de su decimotercer sueldo por una bicicleta. La bonificación salarial, en la mayoría de los casos, llegó recién la semana anterior.

Para otros, como Carlos Rueda, quien trabaja como vendedor para una operadora de televisión pagada, recién recibirán este incentivo esta semana. “Es que los vendedores nos desaparecemos una vez que lo recibimos y los jefes querían asegurar que laboremos, por lo menos, hasta el 16 de diciembre”, admitió Rueda.

Los locales de ropa, zapatos y juguetes, tanto en el sector de la Bahía como en locales comerciales grandes del sur y norte de la urbe, fueron los más visitados.

En uno de los locales de De Prati, en el sur, Leonor Sánchez debió esperar casi 20 minutos tan solo para retirar un par de zapatos. “Toca ser rápida en la elección del calzado porque más se demora uno en pagarlos que en buscarlos”, dijo.

En los almacenes Pycca, en donde la mayoría de los estantes luce repleta de juguetes, la enorme afluencia de público dificultó el recorrido de los compradores.

Mientras que en la Bahía, el peregrinaje comercial los hizo caminar por horas; el tránsito en las estrechas aceras del sector también complicó la tarea de comprar.

María Centeno llegó en transporte interprovincial, arribando el carro en Guayaquil a las 10:00, con el dinero bien escondido en una bolsita oculta en el sostén, aunque después se dio cuenta de que tanta precaución resultó innecesaria. “Por gusto, si han puesto bastante policías a cuidar”, expresó.

Los uniformados pasaban junto a la gente, vigilando que no se produzcan robos y comentando sobre las compras de la Navidad. “Ahí venden unos equipos de sonido buenos”, comentó uno.

“En Manabí no hay todo lo que ustedes tienen acá en Guayaquil, me vine a comprar el vestido para la fiesta y los juguetes de los ahijados” contó Centeno, mientras escarbaba en un montículo profundo de vestidos a rayas, fabricados en jersey. “A cinco no más lleve”, le decía la vendedora.

Un elemento ayudó a caotizar el tránsito vehicular. “No entres al centro, que han cerrado la 9 de Octubre y la calle del Malecón”, le gritaba desde la ventana un taxista a otro colega que aparecía  con su vehículo por la calle Manabí. ¿Por qué? preguntó  el recién llegado. “No lo sé, creo que hay un desfile”, le respondió.

Las calles estaban repletas de carros, en los pasos elevados había filas interminables que avanzaban cada cinco minutos unos pocos centímetros, para encontrarse más adelante con la Metrovía de la estación Biblioteca Municipal.

Mientras tanto, el resto de lo que fue un desfile navideño corría por la avenida Malecón. Colegiales disfrazados de renos, “mamás Noel” en faldas, vírgenes Marías y burros participaron en un desfile con bandas musicales, una suerte de pregón navideño que interrumpió el tránsito y aglutinó los vehículos y puso a prueba la paciencia de los conductores, quienes expresaron con bocinazos su incomodidad.

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