El régimen Costa empezó un nuevo año lectivo y hay novedades que evidencian un salto en la historia de la República del Ecuador.
En primer lugar, ante el inclemente invierno, hay problemas con aulas e instalaciones educativas que pudieron solventarse con urgencia y solidaridad de la comunidad, padres de familia y la asistencia oportuna del Estado. Sin embargo, la situación es todavía difícil y preocupante, por suerte, ya no en muchos establecimientos.
Por otro lado, se inició el bachillerato unificado en aquellos planteles que “por tradición” se oponían a que estén en la misma aula hombres y mujeres. Eso, que parecía una ilusión y hasta un pecado, ahora es posible porque el país no puede seguir generando pedagogías machistas y sexistas en la educación. Y ayer, al ocurrir, sienta un precedente histórico para las nuevas generaciones.
De todos modos, hay dos temas que rondan el inicio de clases: la calidad del trabajo de los constructores y administradores con los locales escolares y también la calidad de los educadores ante los nuevos retos que plantea el sistema ecuatoriano para el futuro de los estudiantes.
En el primero, el presidente Rafael Correa fue duro y directo con los mandos medios que no hacen las cosas a tiempo ni calidad. En el segundo, los maestros saben y están obligados a generar un proceso educativo distinto, mucho más complejo, de enorme intensidad, con métodos y herramientas pedagógicas solventes.
Los alumnos de escuela y bachillerato que ayer iniciaron las clases saben que el futuro será más exigente para ingresar a las universidades.
Por lo mismo, la preparación de ahora, además de forjar valores y principios democráticos y patrióticos, tiene el reto de preparar ciudadanos capacitados para las exigencias académicas, si en verdad queremos superar la pobreza y asumir el cambio de época.