En una Asamblea Nacional que también busca acuerdos y en el día más importante para la independencia del Ecuador, el presidente de la República, Lenín Moreno, rindió cuentas sobre la mitad de su período presidencial e invitó a los ecuatorianos a pensar y trabajar en el Ecuador del futuro, con mejor educación, con menos pobreza, con ayuda y créditos para que las familias más pobres puedan adquirir viviendas dignas y mejoren sus condiciones de vida. Fiel a su vocación humanista y solidaria, Moreno no desaprovechó la oportunidad para rendir un homenaje a
Julio César Trujillo, el hombre que antes de morir llevó a cabo un proceso de depuración de un sistema judicial corrupto y sumiso al autoritarismo.
Ecuador es un país de oportunidades, de gente trabajadora, que desprecia a la corrupción y llegó la hora de dar vuelta la página, de “concentrarnos en el futuro”, de sembrar las bases para un gran acuerdo en el que trabajadores, empresarios, las comunidades indígenas y todas las funciones del Estado caminen en busca de la unidad por el trabajo, la producción y la prosperidad. El gran acuerdo nacional propuesto por el Gobierno ya comenzó y ahora, lo que corresponde, es hablar del futuro, dijo Moreno a modo de previsión de lo que serán sus dos últimos años de trabajo.
En el discurso, después de colocar una ofrenda floral en la tumba de Sucre, confesó haber soportado días muy difíciles, “más de lo imaginable”, pero dijo que contó con la solidaridad de sus colaboradores, de amigos y del pueblo ecuatoriano. Agradeció el apoyo de los campesinos, pescadores, agricultores que sin su aporte al país no habría el pan de cada día. Asimismo -dijo- sin empresarios y sin trabajadores no habría país y sin profesores y estudiantes no habría esperanzas. De principios democráticos sólidos, el Mandatario entiende el rigor de la crítica, pero defendió la libertad para pensar y expresar porque mejoran la democracia; y en la mitad del período, libre de mezquindades y vanidades, invitó a ir juntos por un Ecuador con trabajo para todos. (O)