La llegada del año 2020 encendió un debate que puede alargarse para el resto del año: el uso de fuegos pirotécnicos en las celebraciones. Para muchos no es un tema menor por sus implicaciones de salud y medioambientales. Una muestra de ese malestar se podía leer en Twitter, que aunque no es un reflejo general de la sociedad, sí da una (pequeña) muestra de los debates generales.
La reflexión estuvo condimentada por acontecimientos noticiosos. Uno de esos, la decisión del Concejo Metropolitano de Quito al respecto. El Municipio evitará el uso de material pirotécnico en sus eventos. Para ello expidió una resolución que pretende ser un ejemplo en la erradicación del uso de fuegos pirotécnicos.
Un segundo y llamativo hecho es de otras latitudes. En Singapur se montó un espectáculo de drones con luces. La empresa Star Island utilizó 300 artefactos voladores para iluminar la llegada del nuevo año. Aunque en el show también usaron material explosivo, el atractivo representó una alternativa para eventos de la magnitud de una fiesta de Año Nuevo.
En Australia sucedió un tercer acontecimiento que contribuyó al debate. Las autoridades prohibieron el uso de material explosivo en casi todo el país. Solo en Sydney se mantuvo la tradición por ser una atracción turística que genera casi $ 100 millones. En el resto del país se cancelaron los espectáculos debido a los incendios forestales que afectan a gran parte del país oceánico. Australia vive un intenso verano con temperaturas de hasta 33 grados centígrados.
El debate recién empieza. En Quito se ha puesto sobre la mesa las alertas sobre las consecuencias de mantener la tradición. El concejal Juan Manuel Carrión, quien impulsó la resolución, explicó que la medida va más allá de proteger a las mascotas. Las personas con condición de autismo o aquellos que sufren de complicaciones de carácter nervioso pueden ser afectadas.
Es una reflexión que debe llevarse a todos los aspectos de la convivencia y entender que las tradiciones también pueden evolucionar. (O)