Publicidad

Ecuador, 20 de Noviembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

Sinceramiento

02 de septiembre de 2018

Si hemos de creer lo que nos dicen algunas escuelas psicoterapéuticas, el paciente no puede comenzar un proceso de superación de sus dolencias sin antes no haber reconocido el verdadero deseo o pulsión que los síntomas esconden y que sobrevive precisamente a través de la cortina de humo de los síndromes.

Por ejemplo: la eficacia de Alcohólicos Anónimos en ayudar a muchos dipsómanos a superar su problema, parte por el público reconocimiento de estos de su deseo y de su dependencia de la sustancia.

Muchas veces la “curación” se ve bloqueada porque las personas afectadas tienen mil coartadas para evitar mirarse en el espejo o evitar que los demás puedan ver a cielo abierto la naturaleza del conflicto. Este comienza a desanudarse cuando la persona “sale de su propio closet” y se mira en la miseria de su ser, un ser que incluye, como parte constitutiva, el deseo de lo prohibido.

Es posible que –a un nivel colectivo- a nuestra comunidad nacional le pueda estar pasando algo análogo al alcohólico que sigue asegurando que en realidad solo bebe socialmente, o solo cuando está tenso, o que en realidad podría dejar de beber cuando se lo proponga (cosa, que, por supuesto no puede).

Nuestro contumaz fracaso en superar formas de hacer política y de convivir que nos acompañan ancestralmente, cual patologías congénitas; las reiteradas recaídas, en las que los primeros en incurrir son los presuntos reformadores de las costumbres, ese caminar en círculos; se parecen demasiado a los reiterados fracasos del adicto para dejar su apego a lo dañino.

Al igual que este último, es tal vez necesario, que, debamos un día pararnos frente a un espejo y confesar(nos) que en realidad, deseamos, queremos, anhelamos aquello que censuramos y repudiamos de boca para afuera.

Solo confrontando la realidad desagradable y sucia de nuestras avideces infamantes, habrá esperanza de movernos hacia algo diferente y, lograr aquello que desde muy antiguo proclamamos insinceramente querer alcanzar.  (O) 

Contenido externo patrocinado