No causa sorpresa. Por el contrario, ha sido la pauta y la norma de estos últimos años: las empresas periodísticas de América Latina han hecho causa común contra la voluntad de los pueblos al oponerse frontalmente a la existencia de gobiernos de izquierda.
No les gusta que un indígena gobierne Bolivia, que un ex militar lo haga en Venezuela, que dos ex guerrilleros lo hagan en Brasil y Uruguay, que una mujer aguerrida conduzca Argentina, que un cura revolucionario administre Paraguay, menos aún que un economista que no se ajusta al modelo impuesto por el FMI o el Banco Mundial y confronta a sus opositores gobierne Ecuador.
El panorama ya no es el mismo ni los gobernantes se dejan ya “conducir” por los titulares de un diario, que bien sabemos responden a intereses para nada públicos. América Latina ha cambiado.
Lo que se han olvidado los periódicos liberales (casi todos los adscritos a la SIP) es que dicen una cosa y hacen otra: dicen servir a sus lectores, pero esos mismos lectores ahora votan y reeligen a los gobernantes a los que los diarios combaten, “fiscalizan” y, en algunos casos, injurian. ¿O será que los lectores de esos periódicos los leen y no les creen ya?
La decisión de publicar el artículo de Emilio Palacio, en varios medios electrónicos y escritos, prueba, una vez más, que esa causa común no piensa en el bienestar común, sino que se asume como una lucha en contra de una corriente que ya no se somete a los diarios.
El diario El Telégrafo publicó ese artículo el 16 de febrero para que nuestros lectores saquen, de nuevo, sus conclusiones. Por lo mismo, está a disposición de todos. Y, de hecho, recibimos desde críticas y cuestionamientos, por “manchar” nuestras páginas con ese escrito; hasta felicitaciones, por colocarlo para saber por qué debía rectificar el diario El Universo.