Los actos de corrupción revelados en las últimas semanas en el país generan indignación no solo por el aprovechamiento de fondos públicos, en sí mismo, sino porque se cometieron en medio de una crisis que hasta ayer dejaba 3.642 fallecidos confirmados por coronavirus y profundas secuelas económicas.
El fenómeno de la corrupción, sin embargo, no es nuevo; la historia política ecuatoriana está plagada de ejemplos de abusos del poder por parte de las autoridades en favor propio o de familiares y allegados, y estos se han producido en todos los contextos: estabilidad, crisis, emergencias naturales.
Además, no es un problema que involucre a una sola tendencia política o partido, sino que es un problema transversal. En la historia reciente, vienen a la memoria escándalos como la sucretización de la deuda externa (gobierno de la Democracia Popular); el precio de la compra del avión Fokker, en el régimen socialcristiano; el caso Flores y Miel, durante el período de Sixto Durán Ballén; el caso Mochila Escolar, ocurrido durante el “Bucaramato”, o el juicio por el uso de Gastos Reservados, en el interinato de Fabián Alarcón, como ejemplos.
La llegada de Rafael Correa a la Presidencia en 2007, quien instauró un modelo autoritario, no eliminó la corrupción, sino que la potenció y dirigió como en el caso Sobornos 2012-2016, por el cual fue sentenciado a ocho años de prisión. A eso se suman escándalos como el del fallido proyecto de la Refinería del Pacífico, los casos que involucran al exministro Iván Espinel y el destino incierto de parte de los fondos destinados a la reconstrucción de las zonas afectadas por el terremoto de abril 2016, entre muchos otros.
Hoy, conocemos nuevos episodios de irregularidades, que indignan porque se producen en medio de la mayor crisis económica, social y sanitaria vivida por el país. Y por ello, la actual lucha de las autoridades de Gobierno y los operadores de Justicia en contra de la corrupción requiere el apoyo y la unidad de todos los ecuatorianos. Juntos podemos lograrlo, no separados ni pensando en las candidaturas para próximas elecciones. (O)