Una de las conclusiones preliminares de la visita al Ecuador de los directivos de la Wan-Ifra (Organización Mundial de Periódicos, por sus siglas en inglés) dice textualmente: “Hemos observado fuertes críticas y hasta insultos de parte de periodistas a autoridades. Esto forma parte del principio de que toda autoridad está abierta a un mayor escrutinio de la sociedad”.
Esta conclusión evidencia algo no del todo investigado por el organismo internacional, pero señalado como un indicio de que algo no está bien en el periodismo ecuatoriano: los periodistas no tenemos carta blanca para insultar a nadie.
Y si lo señala debe ser motivo de preocupación de los directivos de todos los medios de comunicación, si le dan la misma importancia cuando apuntan sus comentarios sobre la libertad de expresión y son motivo de titulares en los periódicos privados.
Es cierto que las autoridades, de cualquier nivel e índole, están expuestas a la crítica, al comentario y hasta la sátira, pero jamás al insulto, al vejamen y mucho menos a la injuria, como debe ser en cualquier parte del mundo.
Y también reconoce Wan-Ifra: “La existencia de aseveraciones infundadas contra cualquier autoridad, que atenten contra su honra, deben ser tratadas por vía civil y exigiendo indemnizaciones acordes a los estándares interamericanos e internacionales”. Esto señala lo que otros medios ocultan: la injuria y la mentira debe ser sancionada.
Nunca habla de impunidad ni tampoco de carta blanca, como algunos pretenden.
En ese sentido, sí cabe una honda reflexión colectiva, provocada por esta visita, porque también nos debe preocupar la calidad de periodismo que damos a las audiencias. Por eso también es válida, desde otras lecturas, la conclusión final: “Observamos con inmensa preocupación que este conflicto entre medios privados y Gobierno es una guerra que está escondiendo los importantes desafíos del periodismo ecuatoriano”.