Las muertes son violentas, resultado de muchas causas indescriptibles y en algunos casos inexplicables. Los propios manabitas no se explican y hasta buscan razones en argumentos injustificables. Pero la realidad es que cada día se produce, por lo menos, una muerte violenta.

Y no se puede ocultar que ciertos mensajes (y hasta un político un tanto irresponsable utiliza un machete como símbolo) favorecen ese tipo de violencia para saldar problemas personales, familiares, económicos y hasta políticos.

No es menos cierto que el lenguaje y hasta el humor revelan la condición de una realidad que aúpa y hasta legitima el uso de la violencia para saldar contradicciones de cualquier tipo.
Incluso hay otros irresponsables que dicen que cuando estaba la base militar estadounidense había menos crímenes.

Y con ello lo único que apelan es al retorno de los militares, sin mencionar que esa presencia generó otros líos que no se han explicado mediáticamente.

Los crímenes perpetrados en estos días, que han motivado la realización de marchas -varias ya en los últimos años- revelan una situación mucho más compleja de la que pintan esos lugares comunes de los titulares irresponsables de los diarios y noticieros de televisión y radio.

Las autoridades y la misma sociedad requieren un debate y una reflexión mucho más inteligente y responsable para abordar un fenómeno para nada nuevo en Manabí. Para eso  también se necesitan estudios, análisis, investigaciones, desde corte antropológico, sicológico, social, económico y policial para afrontar con mejores argumentos respuestas y soluciones efectivas.

Por ahora no queda más que exigir una pesquisa seria para dar con los culpables y esperar que los jueces actúen de conformidad con la ley, como ocurrió con la banda  “Los Choneros”, que deja sentado un precedente histórico en el Ecuador.