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El Telégrafo

La Misión Manuela Espejo ya es un modelo a seguir

14 de marzo de 2012

El Banco Mundial ha hecho bien en considerar al trabajo de la Misión Manuela Espejo como un modelo para América Latina. Y no es porque lo diga el Banco Mundial necesariamente, sino porque  todavía hay países que escuchan casi como un mandato las  recomendaciones de ese organismo.

Más allá de eso se debe destacar algo: es una misión hecha por el Gobierno Nacional del Ecuador. Y es a ese gobierno al que ciertos actores políticos y mediáticos, muy afines a las directrices del Banco Mundial, cuestionan por “autoritario”, “totalitario”, “comunista”, etc.

Lo que ha hecho la Misión Manuela Espejo forma parte del Plan Nacional del Buen Vivir. Por tanto, no hay cómo desligar lo uno de lo otro.

Es más, los resultados forman parte del espíritu de un proyecto político de modo integral. A la vez, aunque les duela a muchos reconocer, por esto también se explica la popularidad del Presidente y del Vicepresidente de la República.

No solo es por carreteras y hospitales. Eso cuenta, y mucho, pero lo de fondo es que en el campo social hay un reconocimiento único, jamás antes visto, al rol social y humano de las personas con capacidades especiales.

Si a eso no se llama revolución, ¿entonces cómo entendemos un cambio radical en la política pública hacia seres humanos que por mucha gente fueron considerados animales o estorbo? ¿De qué otro modo se evalúa la gestión de cualquier entidad, si no es por los resultados? Y en este caso hay algo concreto, que incluso organismos que no comulgan con las políticas del Gobierno ecuatoriano lo reconocen y hasta señalan como modelo.

Será por eso, quizá, que ciertos medios y políticos se olvidan de que el único compromiso es con la realidad, y esta les está diciendo que hay acciones profundamente positivas y a favor de los siempre olvidados.

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