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El Telégrafo

La industria de las armas se queda callada ante tiroteos

17 de diciembre de 2012

Revisados los “debates” que generan los dos últimos tiroteos en EE.UU. (a día seguido), la sociedad de ese país parece deslindar sus responsabilidades, a costa de varias vidas que no tienen ninguna culpa de lo que sus autoridades, pero sobre todo sus empresas, ocasionan.

No hay señal alguna de -por lo menos- discutir si la poderosa industria de las armas da señales de aportar para el debate propuestas concretas que garanticen al ciudadano común seguridad en su vida, dentro de las aulas o de los centros comerciales. No. Se habla, con un dejo de dolor, de implementar controles, pero de la producción de armas, cero. Los “debates” solo giran alrededor de la búsqueda de más controles, como si con poner barreras en las fronteras fuese suficiente para garantizar cero inmigración.

O, para más, si fuese suficiente con hacerse chequeos médicos para combatir la gripe o el cáncer. Cuando hay daños, enfermedades graves y problemas sociales crónicos, la solución es abordarlos con medidas concretas para evitar su proliferación. Pero parece que no: nueve tiroteos en un año no son para nada ejemplificadores porque por encima está el interés de lucro de los empresarios de las armas y del armamentismo.

¿No importan las víctimas infantiles e inocentes de cada tiroteo? ¿Es válido producir y proliferar el espíritu de la famosa libertad de empresa para impedir debates y medidas que salven vidas?

Es sabido por todos quienes adoran el modo de vida americano que esa sociedad marca muchas pautas en distintas expresiones políticas y sociales, pero hasta ahora no se ha visto en nuestra región que a nadie se le ocurra vender armas y que los empresarios de esa fatídica industria sean los prominentes lobbystas de todas las elecciones y decisiones gubernamentales.

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