Mónica Encalada se empecina en acusar a El Telégrafo de persecución. Y para eso miente. Ha dicho que en este espacio se la acusó de estar enjuiciada penalmente. Falso. Que se la ha tratado como una sátrapa. Falso.
Aquí se hicieron varias preguntas. Una de ellas: ¿por qué si corría peligro su vida en Ecuador, por lo que se fue a Bogotá, ahora regresa? A eso no ha respondido. Tampoco acepta una entrevista con este diario para aclarar algunas cosas que dice en otros medios, pero en los cuales no le repreguntan para precisar sus afirmaciones y elucubraciones.
En una cadena internacional afirmó que tiene más pruebas y que solo las mostrará cuando sienta que la van a atacar. ¿Eso es dable y entendible en quien ejerció el cargo de juez, la persona que se encarga de impartir justicia? Usa las pruebas de un “caso escandaloso” para defenderse de supuestos ataques.
¿Quién la ataca? ¿Este diario? Por tanto, acepte la entrevista y afronte con la verdad sus afirmaciones y esclarezca las inquietudes. Una de ellas: ¿por qué grabó la conversación con el juez Juan Paredes? ¿Por qué el abogado Joffre Campaña fue quien divulgó su denuncia un día antes de la sentencia al diario El Universo? ¿Por qué no lo hizo ella personalmente en Bogotá, Guayaquil o cualquier parte del mundo?
Señora Encalada, lo único que a usted le corresponde hacer es denunciar con pruebas, no manipuladas ni editadas, lo que afirma. Y, sobre todo, no confunda a la opinión pública con artificios sobre lo que hace y dice El Telégrafo. Dígale al diario El Universo que retire la denuncia en su contra y explique al país si tiene nexos con ese periódico.