Algunos expresidentes añoraban y hasta demandaban estabilidad. Incluso el autor de “El poder político en el Ecuador” enfatiza ese anhelo. La estabilidad alimenta una gobernabilidad fraguada en la legitimidad de un proyecto político con nuevos paradigmas para resolver problemasY son ellos los que no salen a decir una palabra de la estabilidad que el pueblo ecuatoriano afirma desde hace más de un lustro.
Al contrario, al echar gasolina al fuego con el tema 30-S buscan vías y mecanismos de desestabilización.
Tras la posesión del presidente Rafael Correa, la “marca de agua” que se impone en Ecuador es que la estabilidad alimenta una gobernabilidad de otra estirpe, fraguada en la legitimidad de un proyecto político y en la búsqueda de nuevos paradigmas para resolver los problemas de fondo. Ese es un cambio real, porque nadie se angustia por la continuidad del mismo estilo y proyecto políticos.