Para mañana está prevista una audiencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Los ponentes son los representantes de la ONG Fundamedios y los periodistas Juan Carlos Calderón y Cristian Zurita. Y en síntesis han dicho que insistirán en su tesis: la libertad de expresión “está en peligro” en el Ecuador.
Tras el perdón del presidente Rafael Correa a los directivos de El Universo y a los dos periodistas antes señalados, hay una sensación, probada en las encuestas, de que fue muy utilitario el uso que han dado los medios llamados libres e independientes al derecho a la libertad de expresión.
Y ahora, con la nueva cita de la CIDH, se confirma. Las razones de fondo son: una marcada oposición política/ideológica/doctrinaria a un régimen y el rechazo absoluto a todo tipo de crítica a la labor de la prensa.
En el primer caso, la CIDH debería abordar hasta dónde esos actores mediático/políticos hablan de derechos y no solo de libertades, cuando en sus medios e intervenciones conculcan los derechos de los ciudadanos de varias formas y métodos.
La CIDH no debe descartar el papel político que han jugado algunos medios y periodistas. De otro modo no se entiende por qué en el Ecuador todos los días los periódicos publican columnas, las radios hacen entrevistas y los canales tienen programas sin ningún tipo de censura, y quienes van a esa audiencia sostienen que la libertad de expresión corre peligro.
Resulta paradójico y a ratos insostenible que quienes hablan de riesgos son los que más publican, expresan y critican al Gobierno. No hay que ser muy inteligente para dilucidar entre una verdad y una falacia, cuando las pruebas están ahí.
Lo que sí debe preocupar a la CIDH es hasta dónde los derechos a la comunicación, para todos los ciudadanos, están garantizados en los medios libres e independientes del Ecuador.