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El Telégrafo

La banca debe pensar más en sus clientes

18 de abril de 2012

La postura de las asociaciones  de bancos frente a la reforma planteada por el Gobierno para regular los créditos hipotecarios nos devuelve a un tema central: los banqueros han ganado tanta plata con el ahorro y la confianza de sus clientes que es imposible aceptar que cuando se coloca el interés del ser humano sobre el capital insistan en que se van a perjudicar y a perder dinero.

Incluso, la propuesta hecha por el gremio de los bancos para que el tope de la reforme alcance solo a los créditos que no superen 59 mil dólares parecería una tomadura de pelo. ¿Cuántas casas o departamentos se han hecho con ese precio y que los bancos hayan financiado? ¿No ha sido el Seguro Social el mayor prestamista para esos montos? Y a la vez, alertar sobre un posible riesgo con el crédito vuelve a la misma amenaza (velada) de siempre: si me quitan mi margen de ganancia no doy plata a mis clientes.

Se dijo ya antes en este espacio que la banca y la sociedad deben apuntar a la construcción de relaciones de mayor equidad, de menos lucro y rentabilidad para el sector financiero. Y por tanto, los bancos no le pueden dar la espalda a quienes han sido sus sostenes en estos años, tras la crisis bancaria de finales de siglo, los ahorristas.

Si bien es cierto que la economía ecuatoriana se ha bancarizado, no ha sido precisamente porque los bancos hayan inyectado de dinero la economía, sino todo lo contrario: gracias a unas políticas claras, a una confianza jurídica y a un Estado que invierte mucho más, los bancos obtienen rendimientos que cierto sector de la izquierda confunde con dádivas a la oligarquía.

Entonces los banqueros deben asumir un compromiso real con el país y con sus clientes: garantizar que los créditos hipotecarios no sean motivo ni sospecha, a futuro, de una pérdida de bienestar, patrimonio y, por último, felicidad para gente que de clase media para abajo jamás deja de pagar sus deudas.

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