Hay varios operativos exitosos. Las cifras ahora se miden por toneladas, antes apenas eran unos cuantos kilos. Y en la práctica se evidencia que hay un problema (no nuevo) que rebasa las prevenciones, políticas y operatividad de la fuerza pública del Ecuador: el narcotráfico quiere hacer de nuestro territorio una plataforma de exportación de la droga.
Lo ocurrido con la valija diplomática que llegó a Italia con 40 kilos de cocaína, además de un sinnúmero de operaciones exitosas y otras tantas que se frustran, revelan también que los narcotraficantes buscan por cualquier modo garantizar su negocio, porque -además- cuentan con suficiente dinero para ello.
De hecho, no solo se trata de un problema policial o judicial, en esto hay unas implicaciones económicas, culturales y sociales. Si bien la Policía puede combatir y hasta tener éxito en algunos operativos, y la justicia sancionar a algunos traficantes menores, lo cierto que en el meollo del asunto está también ese afán desmedido por tener dinero a costa de lo que sea y usando cualquiera de los mecanismos.
Y también, por cierto, no solo se trata ya de un problema que le corresponde al Ecuador exclusivamente. En la región el tema rebasa los límites tolerables. Y no podrá resolverse si en los países importadores y consumidores por excelencia de la droga no se frene el fenómeno, por la vía que sea.
Aunque cada día son más las voces, la mayoría de personas y personalidades reconocidas, que abogan por la legalización como la única vía para frenar la “maquinaria” destructora del narcotráfico, a todo nivel.
Por lo pronto, en Ecuador ahora se captura más, las bandas se desarticulan, pero eso no quiere decir que ahora necesariamente exista más producción. Posiblemente antes la droga estaba ahí y evadían controles, o los operativos no eran eficientes.