Paradójicamente Haití está muy cerca de EE.UU. Y desde esa “gran potencia” mundial no hay una política de solidaridad plena para la nación más pobre y empobrecida del continente.
No ha existido porque Haití ni tiene petróleo, mucho menos ojivas nucleares y/o un régimen que “violente” la paz mundial.
Si fuese lo contrario, como ya ha pasado con otros del continente y de la zona oriental del planeta, seguramente acudirían todas las plataformas militares, económicas y hasta culturales para “salvar” a los haitianos de las “garras” de las fuerzas “antiyanquis”.
Hay cierto apoyo, pero mencionamos a EE.UU. en este editorial porque precisamente por esa pobreza miles de haitianos viajan por el Caribe al país del norte. Pero Washington, a diferencia de lo que ocurre con los cubanos, los regresa, impide su ingreso, sabedores de que están buscando salvar su vida y no por una posición política ni animadversión ideológica.
Tras el terremoto ocurrido hace casi tres años, la fuerza intensa de la solidaridad ha nacido de América Latina y de Ecuador con especial énfasis. Cierto que algunas personalidades y organizaciones estadounidenses ayudan, pero tras tomarse la foto se olvidan y buscan otra “desgracia” para limpiar sus culpas, dejan a una cadena de grupos y hasta empresas con afán de lucro la tarea para ver si en el futuro recuperan algo de la inversión. Sin embargo, Ecuador ha dado todo lo que ha podido, y siempre será insuficiente. Ya son cerca de $ 15 millones.
Por lo que se ve en esta edición y en las notas de prensa de los medios públicos (los privados están preocupados de sus prioridades comerciales), Ecuador ha dado mucho y con sostenimiento: la construcción de puentes, la ayuda en salud y otras tareas constituyen una encomiable demostración de compromiso y solidaridad reales.
La pobreza de Haití jamás será solo un asunto de los haitianos: desde el coloniaje que vivieron, desde la exclusión y el arrasamiento de sus zonas agrícolas y productivas. Es una responsabilidad planetaria para conjurar la injusticia cometida contra esta nación bella y noble.