Eufóricos amanecieron ayer varios medios privados y comerciales del mundo. La razón: las palabras del Papa Francisco, que para ellos es la sentencia celestial de que tienen razón en su afán de lucro y de abanderados de la verdad. Ni pizca de autocrítica de lo que es su labor al servicio de determinados intereses.
¿Qué dijo el Sumo Pontífice? “El rol de los medios fue en aumento y se convirtió en indispensable para el mundo”. Nada del otro mundo, una verdad de perogrullo, con todo el respeto para la autoridad católica. Lo lamentable es el uso que hacen de eso los diarios privados del continente. Lo que siguió a continuación de esa declaración es lo que no se destaca ni se comenta.
Según Francisco, “la iglesia existe para comunicar la verdad, la bondad y la belleza a las personas, y los medios también persiguen ese fin”. Por supuesto que esa verdad, según los poderes mediáticos, solo es la que ellos consideran y no la que resulta de un ejercicio periodístico responsable. Ello, si fuese así, obligaría a esos medios, muchos afiliados al Grupo de Diarios de América, a registrar los cambios positivos que ocurren en Latinoamérica y no exaltar solo lo malo y lo que constituye la plataforma de la oposición política.
Nadie duda del rol preponderante que tenemos los medios en estas épocas de una comunicación cada vez más intensiva, con tecnologías y recursos masivos, pero al mismo tiempo con la obligación de mucho más rigor y profesionalismo, al servicio de las audiencias y no de los poderes e intereses económicos y corporativos de siempre.
Parece una broma de mal gusto y hasta cierta ironía, pero ahora la prensa privada y comercial va a usar a Francisco como su soporte “espiritual”. ¿Por qué no hicieron lo mismo cuando Juan Pablo II y Benedicto XVI criticaron las barbaridades y exigieron más respeto de la prensa a sus públicos?