Es increíble cómo un teléfono inteligente puede cambiar la idiosincracia de un conglomerado social. Pero más allá de que este artefacto provisto de aplicaciones que te ponen en contacto con todo el mundo en segundos, gracias a internet, se deja entrever la paupérrima concepción de valores que tienen determinados grupos. Caso puntual: quienes grabaron y subieron a las redes sociales el asesinato de Diana Carolina, en Ibarra, a manos de un extranjero que fue su pareja sentimental y padre del hijo que esperaba; es algo que conmocionó a la ciudadanía. Grabar un video de esta índole y subirlo a las redes es peor que estar en una sala de cine viendo una película de terror.
El “público” no hizo nada. Por allí algunas voces azuzaban a los policías para que reaccionaran, pero ya sabemos el resultado final. No contentos con esto, los mal llamados “cibernautas” colgaron en redes un video en el que supuestamente al autor de la muerte de Diana lo descuartizaban en la cárcel (lo que no correspondía a la realidad), aprovechándose de que aparentemente se quiso quitar la vida y se rompió el cuero cabelludo.
Las redes sociales se han convertido en una especie de “tierra de nadie”, donde grupos de tuiteros, facebookeros e instagramers (no todos) comparten información chatarra que no tiene una verificación o contrastación, simplemente la comparten. De allí que las fake news en vez de decrecer van en aumento. Todo el que tiene un celular inteligente en su mano tiene el poder de informar o desinformar, o de convertir un hecho que lacera a una sociedad en la mal llamada “tendencia”.
Si bien la Ley de Comunicación no regula los contenidos que se publican en las redes sociales, es responsabilidad de cada quien y de las plataformas, sobre todo, que se restrinja cierto tipo de contenido, que en vez de educar en valores a los niños, les distorsiona el concepto de lo que es bueno y malo. No olvidemos el caso de Posorja, donde después de un rumor, tres personas fueron linchadas; ellos en una calle y alrededor los curiosos filmando el hecho. El morbo, en estas circunstancias, se impone al trato que se le debe dar a este tipo de noticias. (O)