Nos quieren hacer creer que ocurrió una derrota. Que los “albeños” quedaron arrinconados. Que su aislamiento es total. Incluso, modifican y tergiversan declaraciones y pronunciamientos potentes de cancilleres respetables para colocar en su boca definiciones nunca dichas.
Han escrito páginas enteras, han entrevistado a los más “ilustres” internacionalistas y se han colocado en una sola línea ofensiva: en el aparato mediático transnacional. Si se revisan todos los periódicos privados y adscritos al Grupo de Diarios de América hay una sola versión de lo ocurrido el viernes pasado en la OEA. Y esa es la que el libreto hegemónico ordena.
No cabe duda de que el tema es complejo y por su complejidad exige mayor profesionalismo de los medios, no para imponer deseos ni fobias, sino para que las audiencias entiendan mejor lo que está en la polémica.
Ecuador ni la ALBA han perdido una batalla (que de paso si fuese cierto causaría regocijo en los nacionales de esos países adscritos a la ideología más neoliberal). Todo lo contrario: al sentar a la OEA a tratar la reforma y potenciación de su sistema de defensa de derechos humanos ha logrado lo que en 40 años nadie pudo. Incluso, respetando las posiciones de países con gobiernos de izquierda que sufrieron y vivieron dictaduras horrendas, en cada uno de sus cancilleres hubo propuestas concretas para exigir que todos los países del continente suscriban los tratados de defensa de los derechos humanos, financien todas las relatorías e incluso creen otras a favor de los grupos vulnerables.
La disputa real está en colocar todos los argumentos de un tema complejo para no quedar colgados de la versión del aparato transnacional mediático que solo reproduce los boletines de las oenegés financiadas y aupadas por los grupos liberales empeñados en no cambiar nada.