Las cifras ya no hablan solo de denuncias (que por lo general están muy por debajo de la realidad). Ahora, la encuesta realizada por el INEC prueba que nuestra sociedad todavía arrastra una lacra imperdonable, injustificable y sobre la cual toda la sociedad, particularmente los hombres, tiene que trabajar y hacer conciencia día a día.

Algunos especialistas coinciden, lamentablemente, que la misma encuesta no revela en profundidad lo que ocurre al interior de los hogares.

Y se entiende el grado de error que puede haber, pues se toca un asunto de intimidad, pero que tiene efectos en la vida pública y no solo en la privada.

Si de todas las entrevistadas, seis de cada diez han sufrido algún acto de violencia, por sí misma la cifra es alarmante.

Y como las cifras lo indican, hay poblaciones que superan ese dato. El problema exige, obliga y hasta crea la necesidad imperiosa de implementar políticas públicas para afrontar este tema en todo su rigor y magnitud.

Hay que poner en debate la violencia contra la mujer porque sus secuelas arrastran a generaciones, tiene repercusiones en el rendimiento escolar de los hijos que observan y también son víctimas de esa violencia, en la vida de las mujeres en todos sus aspectos.

Los datos ni las cifras nos pueden congelar. Al contrario, toda la sociedad, empezando por los “machos”, debe iniciar un profundo proceso de concienciación para acabar con ese mal social, cultural y psicológico.

Han hecho bien las autoridades en mostrar las cifras y destacar que no es un problema de los pobres y solo de ciertas mujeres. Tal como están las cosas, no hay hogar que se libre de este tema.

Y, por lo mismo, los medios de comunicación debemos asumir con mayor responsabilidad nuestras agendas mediáticas para acabar con el sexismo, machismo, patriarcalismo y homofobia con los que se manejan programas y contenidos.