El diario guayaquileño ha decidido seguir adelante con su derecho legal de anular la sentencia que ya fuera perdonada con la remisión por el presidente Rafael Correa. La pregunta es: ¿qué le anima a ello? Textualmente, su comunicado, señala: “para que se anule la sentencia que crea el precedente y dar un paso más en la búsqueda de garantías para el ejercicio de la libre expresión en Ecuador”.
Leído con un poco de perspicacia, habría que suponer que el diario da por hecho que en él empieza y termina la libertad de expresión. Incluso, daría lugar a una interpretación ligera y antojadiza: si en El Universo no hay libertad de expresión o él no es la expresión esencial de la misma, ¿el resto del país está amenazado?
Volvemos entonces al eje de siempre: ciertos medios se autorreferencian, el mundo gira a su alrededor y la realidad existe desde su mirada.
Siendo así caben algunas interrogantes: ¿El Universo va a ir hasta las últimas consecuencias con una causa que su editor de opinión generó? ¿Qué nivel de autocrítica han tenido para ofrecer al país sobre su actuación en todo este proceso político de confrontación con el Gobierno? Desde su condición de diario, como se autocalifican, independiente y libre, ¿a quién se deben: a los accionistas, a los editorialistas o a los lectores, que son los que garantizan su existencia?
Por lo mismo, cuando Rafael Correa extendió su perdón ante una sentencia ejecutada por los tribunales de la República, ¿no es válido que de parte del matutino exista una predisposición a extender la mano y también, autocríticamente, reconocer dónde se equivocaron y dónde tienen que colocarse ahora para afrontar sus responsabilidades públicas?
No, al contrario, siguen pensándose como víctimas y como los agredidos. Y eso, cuando estamos en una búsqueda de una convivencia democrática, donde cada cual cumpla su rol social fundamental.