Si lo ocurrido en EE.UU., en el estreno de la última versión de la película Batman, se repitiera en Ecuador, la prensa privada, los “expertos” en seguridad (algunos de ellos salidos de la Asamblea u otros que siendo de Inteligencia hablan como si fuesen expertos en todo) y los sesudos entrevistadores dirían que es culpa de la falta de control del Gobierno y por la ausencia de políticas eficientes de seguridad. Pero como fue allá, donde prima la “democracia”, la noticia fue tratada como un hecho paranoico de una persona enferma.
¿No ha ocurrido algo similar, en menor proporción, por ejemplo en el centro comercial Quicentro del Sur? ¿No fueron unos avezados delincuentes que dispararon a mansalva a unos guardias y a los clientes? ¿Por qué entonces el tratamiento es distinto?
Por supuesto que la respuesta o las respuestas son obvias: porque no hay profesionalismo ni responsabilidad y mucho menos ética. Lo que hay es, sobre todo, una clara intención política.
Batman y Obama, si fuese acá, serían los culpables del crimen del viernes en Denver y contra ellos habría una campaña agresiva y mediática para denostar contra el gobierno, como si la violencia no tuviera componentes más complejos, además de que responde a procesos sociales intrincados que no pueden ser abordados desde la política.
Si fuese un problema del Gobierno, de cualquier país, a cada ciudadano habría que ponerle un chip para que esté monitoreado todo el tiempo para saber en qué momento va a cometer un delito, disparar a otros seres humanos o hacer una locura.
Y si esa fuese la medida, se hablaría de atentado contra la libertad de movilidad o control autoritario y totalitario del Gobierno. Por lo mismo, es clave que la ciudadanía y las audiencias aborden el tratamiento de estos temas más allá de lo que postulan los medios, que lo que muestran es un signo del deterioro del periodismo comercial y privado.